Con la vista puesta en la producción de energía inagotable, limpia e inocua para uso doméstico mediante la reacción y fusión nuclear, podemos apreciar como la ciencia avanza a gran velocidad mientras que la política lo hace a paso de tortuga frente al calentamiento global. Es el gran avance científico de Lawrence Livermore National Laboratory (LLNL), en Estados Unidos, centrado en reproducir en laboratorio la capacidad energética del sol y de las estrellas, quienes fusionan sus átomos de hidrógeno en helio para dar luz y calentar a los planetas. En 2014 la energía obtenida en este laboratorio, en el proceso de investigación, fue mínima, pero a final de 2022 se ha conseguido mucha más energía que la que se utiliza en su proceso de reacción y fusión. Lo cual nos conduce a la gran posibilidad de que, tras más tiempo de investigación, la obtención de este tipo de energía se pueda hacer en gran escala.
Son buenas perspectivas también para nuestro país, y por varias razones. En Granada se va a construir lo que va a ser la mayor instalación científica de España, la infraestructura IFMIF-DONES, un gran acelerador de partículas, para el desarrollo de materiales que se van a utilizar en los futuros reactores de fusión nuclear. Además, España es el tercer suministrador industrial del proyecto europeo de fusión nuclear ITER en construcción en Gadarache (Francia). Siendo Granada también una de las sedes de este proyecto. Ya que los dos proyectos, el americano y el europeo, utilizan la fusión nuclear, la fusión del hidrógeno, pero por caminos distintos, el americano sirviéndose del láser y el europeo de imanes. Y, en el camino de la utilización del láser, el Centro de Láseres Pulsados (CLPU) de Salamanca, uno de los más potentes del mundo, podría hacer aportaciones relevantes a la fusión nuclear. Todo esto para alcanzar lo increíble y representativo: que en una batería como la de un móvil se pueda concentrar la energía a consumir domésticamente durante bastantes años.
Sin embargo, con la indolencia que la política y su diplomacia está abordando la lucha contra el cambio climático, cabe preocuparse en pensar si esa misma política y nuestros propios gobiernos tienen la claridad suficiente para apoyar el desarrollo de este gran futuro energético que pasa por la fusión nuclear. Es uno de los grandes desafíos, entre tantos otros como tenemos, como por ejemplo el de la inmigración, otro futuro en desarrollo y otra realidad global instrumentalizada políticamente donde entran en juego derechos humanos y sociales. En nuestro país, con una población en descenso, la población extranjera que entra es cada vez mayor. Y su integración laboral y social es fundamental para el equilibrio de nuestra economía.
Además, entramos en un año 2023 de propensión a políticas electoralistas en el marco de la polarización entre dos bloques de partidos políticos que entre sí también tienen sus diferencias. Sin embargo, lo que necesitamos son políticas con sentido de estado, y con la madurez de nuestros 44 años de democracia. El actual ejecutivo sobrevivirá hasta el final, y le servirá de consolidación la presidencia rotatoria del Consejo de la UE que le corresponde asumir de julio a diciembre. No obstante, por su propia naturaleza de ser un ejecutivo de coalición forzada tras dos elecciones consecutivas en 2019, no tiene garantía alguna de mantenerse tal cual, en una tercera elección, a final de año.
Con todo, y estando por ver el efecto “Sumar” de Díaz, son solo dos nombres o identidades, en el escenario de dos bloques políticos sin ser dos Españas, quienes ya han comenzado, y no solo en el senado, a sesgar ideológicamente las encuestas y las intenciones de voto para las elecciones de los próximos meses de mayo y de diciembre de este abigarrado 2023: el superviviente Sánchez y el moderado Feijóo.