El varón de 41 años de edad detenido por la Guardia Civil en la localidad riojana de Villamediana de Iregua por realizar disparos con armas de aire comprimido sobre viviendas y centros escolares “con el consiguiente riesgo para las personas” es un militar con destino en Ceuta, donde sigue ejerciendo sus funciones a la espera de que la instrucción de la causa avance tanto por la vía civil como por la castrense.
Aunque la Guardia Civil no ha precisado la fecha de su arresto en la nota de prensa en la que este jueves ha indicado que se le imputan presuntos delitos de tenencia ilícita de armas, daños y falsedad documental, las fuentes consultadas por este periódico han indicado que el mismo habría tenido lugar en agosto. Después de pasar a disposición judicial, el militar ha retornado a su destino en Ceuta, donde sigue ejerciendo su profesión.
El militar fue detenido después de que hasta seis vecinos de la localidad riojana hasta la que se desplazaba denunciasen “numerosos disparos realizados sobre chimeneas o antenas de edificios de viviendas, un colegio y una guardería”.
En el marco de la 'Operación Nigromonte' agentes de Seguridad Ciudadana y de Policía Judicial de la Guardia Civil desplegaran un dispositivo de vigilancia y control en la zona afectada que permitió centrar las sospechas sobre un hombre que había sido identificado en varias ocasiones y al que le habían intervenido en diferentes controles en el interior de su turismo tres armas largas del calibre 5’5 milímetros, dos visores, una caja de munición, un cuchillo de grandes dimensiones y diversos accesorios.
En su análisis, el laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil de La Rioja determinó que una de las carabinas había sido modificada para usar proyectiles del calibre 22 y aumentar deliberadamente su letalidad. Otra de las armas se había manipulado “para obtener una mayor potencia de fuego”.
Además, el cotejo balístico a los proyectiles recogidos durante las inspecciones técnico-oculares en las zonas atacadas determinó que habían sido disparadas por una de las carabinas incautadas, mientras que el análisis de grafística concluyó que las tarjetas de armas que poseía eran falsas.
Tras recibir autorización judicial para acceder a dos viviendas y una cabaña que el sospechoso usaba “como zona de trabajo para manipular las armas y para realizar pruebas de disparos”, los agentes montaron un despliegue que terminó con la detención del militar y la intervención de otras tres armas modificadas, herramientas y accesorios, miras telescópicas, accesorios para tiro de precisión, dos pistolas táser con apariencia de linterna, ocho cajas de munición de diferentes calibres y tarjetas de armas falsificadas.
Además se encontraron diferentes drogas en un inmueble en el que residía “ocasionalmente” junto a su pareja sentimental como 120 pastillas de MDMA junto a pequeñas cantidades de hachís y speed. A este punto, ubicado a escasos metros de un colegio y una guardería, acudían “a diario” consumidores de éxtasis para abastecerse de esa sustancia.