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Los alumnos de 6º curso del centro educativo interpretaron una majestuosa adaptación de ‘Sueño de una noche de verano’ en un Revellín que rozó el lleno
Daban las 18.30 horas cuando los camerinos del Auditorio se convertían en una nube de nervios cargada de una emoción de esa intensidad que se te hace un nudo en la garganta que corta la respiración, se encoge el estómago y las extremidades comienzan a temblar. Había llegado el gran momento, el que se veía tan lejano en aquel mes de noviembre cuando se planteó una propuesta bastante más discreta de lo que al final se engendró. No solo los protagonistas, los alumnos, también ellos, los que tanta ilusión, horas y esfuerzo habían invertido, cruzaban dedos y apelaban al ¡mucha mierda!, para que nada se torciera. Era ese grupo de docentes que habían transformado sus discretas obras de teatro anuales en una gran producción que nunca imaginaron las dimensiones que alcanzó. Y al fin, llegó el momento. Con el Auditorio en sus topes, se apagó la luz, se hizo el silencio y el corrido del telón dio paso a una fusión de audiovisuales con una gran banda sonora que anunciaban el gran espectáculo que durante algo más de una hora se sucedería sobre ese escenario.
El teatro del Revellín vivió ayer una aproximación directa, concisa, divertida y clara al bosque de la imaginación de Shakespeare que convirtió el Auditorio en un espacio propicio para que, azuzados por la magia nocturna y la calidez estival, el público se liberase de los sentidos y desatase las pasiones. Ayer se vivió una gran producción en el teatro que sorprendentemente llegó de manos de unos escolares, eso sí, bajo la supervisión, dirección y organización de un gran equipo docente. Los estudiantes de 6º curso del colegio San Daniel escenificaron su particular versión de ‘Sueño de una noche de verano’, una función en la que se dieron cita el amor y la comedia, la realidad y la magia, la ilusión y los sueños. Todo ello aliñado de unas majestuosas interpretaciones y una performance que dejó a los asistentes boquiabiertos.
La adaptación, de diseño y creación propia, aunque bien podía apuntar a una compañía de teatro, consiguió trazar los tres mundos que confluyeron en el mágico espacio de las hadas: el de la doble pareja de enamorados atenienses, el de las hadas y los espíritus y el de los torpes artesanos que preparan una función teatral para celebrar la boda de Teseo e Hipólita.
En su despejado espacio escénico se distribuyeron elementos sugeridores de los lugares donde transcurrió la acción. Combinación de proyecciones audiovisuales en las que por sorpresa aparecían los personajes actuando de forma simultánea a las interpretaciones que se estaban desarrollando sobre el escenario, el arranque de temas musicales, cuya elección fue de diez, y unas interpretaciones que marcaron la diferencia.
Cuando las hadas animaron a ‘soñar’ el público se sumergió en el mundo de Puck, para quien es más fácil y divertido ese universo que la fría realidad. Durante el camino las dos parejas de enamorados dejaron al descubierto la desnudez de sus pasiones en una atmósfera que combinó lo mitológico, la magia y la contemporaneidad.
‘Sueño de una noche de verano’ fue una obra real, en la que todos los papeles coprotagonistas tuvieron una meritoria actuación, logrando un equilibrio perfecto entre todos los factores que se dieron cita en escena y cuya fusión no es fácil.
Entre melodías y disonancias propias de la música del siglo XX, ‘Sueño de una noche de verano’ indicó que todas las discusiones y enfrentamientos entre las parejas pueden tener un final feliz y así debió ser para este grupo de artistas, actores y directores, sin desmerecer el mérito de nadie. Pues nunca antes se había podido disfrutar de una producción tan complicada y elaborada que partiese de un centro educativo. Son palabras mayores las que se necesitan para felicitar a docentes y estudiantes tanto en su labor sobre el escenario como en el fin benéfico que perseguía la función, con la que se recaudó más de 1.500 euros que se destinarán de forma íntegra para Duchenne Project.