Asistimos perplejos a una serie de acontecimientos relacionados con las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio. Lo más significativo es que el Partido Popular de Andalucía ha centrado la campaña electoral en el propio Juanma Moreno. No en el partido. Ni en las ideas. Ni en las propuestas para los andaluces y andaluzas. El lema, la idea y la propuesta es Juanma. Curiosamente, tras la imagen de moderado, se esconde un político de escaso nivel y, sobre todo, el primero que dio paso a la ultraderecha en su pacto con ellos.
Mientras que en Europa, la derecha se centra en poner “cortafuegos” a los partidos de extrema derecha, en España, nuestra derecha se afana en facilitarles la entrada en los gobiernos, en un intento desesperado de evitar el tan temido “sorpasso” de VOX. De hecho, alguna encuesta que se maneja por ahí (aunque aún es pronto para hacerse un esquema claro de los posibles resultados del 19-j) sitúa a VOX como segunda fuerza política en el parlamento de Andalucía, por delante del Partido Popular. ¿A qué se debe este fenómeno tan nuestro?
Una posible razón es que, en realidad, la derecha española nunca ha dejado de ser franquista. Sus principales dirigentes históricos fueron altos cargos franquistas. Si accedieron a pactar con los “comunistas” fue porque la situación de descontento social era tan alarmante que el régimen temía que se produjera una ruptura revolucionaria que acabara con todos ellos. De esta forma, se refugiaron en el primer Partido Popular de Fraga todos los franquistas recalcitrantes, amantes de la España una e indivisible.
Otra razón algo más académica, que ya expliqué en un artículo pasado, era la que daba Arroyo Méndez para el Instituto Complutense de Sociología, se venía a concluir que el incremento de apoyo electoral a esta formación que se produjo en 2019 era compatible con la teoría de Norris e Inglehart, de una reacción cultural populista autoritaria ante la creciente influencia y avance de los valores social-liberales, percibidos como la amenaza de la “dictadura progre”, reacción activada y amplificada a partir del lema “España se rompe”. Desde mucho antes, estaba abonado el terreno para que un partido de derecha radical populista y autoritario ocupase su lugar. La política de crispación y el aumento de la desafección política a consecuencia de la recesión económica habían ido preparando las condiciones para el fin del bipartidismo y, con este, la fragmentación de la derecha.
Si nos fijamos en el día a día de la situación en nuestro país, vemos que hay datos para sentirnos orgullosos de la gestión que se está llevando a cabo por el Gobierno de España. Así, se ha aprobado el tope del precio de la luz, a consecuencia de que antes se ha aceptado por las instituciones europeas la excepción ibérica. Esta medida permitirá abaratar hasta un 30% la factura de la luz en las próximas semanas. Fijar de referencia del gas en torno a 50 euros/MWh a lo largo de los doce meses que esté en vigor este mecanismo, permitirá reducir la factura de la luz y los beneficios “caídos del cielo” de las grandes empresas eléctricas. Y todo ello, sin hablar de los beneficios que a medio y largo plazo traerán la Ley de Cambio climático, o el Plan Nacional >Integrado de Energía y Clima. La reforma laboral ha permitido un cambio histórico en las relaciones laborales. No solo se incrementa la afiliación a la Seguridad Social, superando los 20 millones, sino que se estabiliza el descenso del desempleo y se contratan casi tantos trabajadores fijos, como temporales. Solo en Andalucía, del total de contratos firmados entre los meses de enero y abril, un 22%, es decir, 337.630, han tenido carácter fijo. Frente a ello, los esfuerzos por recortar y privatizar la sanidad andaluza, la educación o desproteger el medio ambiente, son patentes en el gobierno del camuflado Juanma Moreno.
Pero no es esto lo que los andaluces van a tener en cuenta a la hora de votar. Tampoco lo han tenido en cuenta en otras Comunidades, como Madrid o Castilla y León, en las que la derecha, junto a la extrema derecha, ha batido récords de número de votos.
Si echamos un vistazo a las últimas encuestas sociológicas del CIS sobre los distintos problemas que percibe la población española, encontramos cosas interesantes. Por ejemplo, en el tema de la mujer y la violencia sexual, un 22,8% de los encuestados creen que apenas hay desigualdades entre hombres y mujeres. Y un 6% consideran que son casi inexistentes. Respecto a la inmigración, encontramos que un 33% cree que los inmigrantes perciben bastante ayuda del Estado, y un 19,7% que perciben mucha. Por su parte, un 31,8% considera que el número de inmigrantes que hay actualmente en España es elevado. Y hasta un 29,3% lo considera excesivo. También un 21% piensan que los inmigrantes abusan de la asistencia sanitaria. Respecto al cambio climático, un 15% de personas considera que no es un problema urgente y un 2,5% considera que no tiene solución. Y sobre el tipo de sociedad en la que nos gustaría vivir, un 33,7% prefiere una sociedad en la que la gran mayoría de la gente tenga el mismo origen, cultura y religión.
Como ya explicábamos en otro artículo, si analizamos los puntos más importantes en los que incide la extrema derecha en sus campañas propagandísticas, vemos que su población objetivo es claramente el de estos porcentajes que rechazan el cambio climático como algo importante, que no ven haya un problema violencia de género o de desigualdad de las mujeres. Que rechazan a los inmigrantes y los perciben como un auténtico problema. O que prefieren una sociedad sin personas diferentes o de otras razas (blancos y cristianos).
Y aunque, aun suponiendo que la extrema derecha lograse convencerlos a todos, su techo electoral no pasaría mucho del 20%, esta situación es bastante problemática, sobre todo si se produce el sorpasso del que hablamos, pues esto supondría un gobierno de la derecha y la extrema derecha en Andalucía, pero con la radical y desvergonzada Olona como presidenta.
Por tanto, no queda otra que darse un baño de realismo y plantearse que el voto de verdad útil para el próximo 19 de junio, pasa por reforzar a la izquierda, encabezada por Juan Espadas, planteándole para ello propuestas claras y atractivas a los trabajadores y trabajadoras andaluzas.