La semana pasada representantes de AEGC nos reunimos en La Línea de la Concepción (Cádiz) con Dani Flores: uno de los componentes de la patrulla de la Guardia Civil del puesto de San Roque, que fue embestida por un vehículo cargado con más de cuatrocientos kilos de hachís. Los hechos ocurrieron el día 7 de en noviembre de 2014, uno de los muchos días en los que los guardias civiles del Campo de Gibraltar salen a jugarse la vida para proteger a nuestras familias de las organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico.
Aquel fatídico día decidieron montar un control rutinario de verificación, procediendo a darle el alto a una furgoneta cuyo conductor se dio a la fuga, iniciándose una persecución por la AP-7, a la que se unieron otras unidades. Ya próximo al término municipal de Casares el conductor de la furgoneta terminó embistiendo al coche patrulla provocando lesiones muy graves a Dani y, de menos consideración, al compañero de patrulla. Este es el relato de una intervención policial.
Aquel día comienza otra historia menos conocida, de la que nada dijo la prensa, porque el guardia civil “persona” no importaba mucho y, mucho menos, su familia. Aquel día comenzó el calvario de una persona de profesión guardia civil y de su familia. Una familia que tuvo que dejar a un lado su monótona vida, la rutina diaria -esa a la que a veces no le damos la importancia que tiene- para comenzar a vivir un día a día de incertidumbres.
Trasladado al hospital sufrió una primera operación para intentar salvarle la pierna, porque las lesiones eran muy graves, además de otras contusiones de menos consideración. Después de una primera operación tuvo que someterse a otra para mejorar su movilidad, además de ingresar en el hospital en varias ocasiones por problemas graves que casi le hacen perder la pierna.
“No tengo la más mínima duda de que Dani se podría haber jubilado ganando más de lo que gana en activo por pérdida de aptitudes psicofísicas en acto de servicio. No la tengo, porque después de tantos años en la Guardia Civil he visto pasar a retirado a muchos compañeros en condiciones físicas más leves”
Tres años de intervenciones, de rehabilitación, de intentar recuperar la movilidad para seguir siendo guardia civil, porque Dani luchó para seguir trabajando en la Benemérita. No tiró la toalla para continuar haciendo lo que siempre ha hecho: ganarse el sueldo con el sudor de su frente, honradamente. Hoy trabaja con unas limitaciones producidas en acto de servicio.
No tengo la más mínima duda de que Dani se podría haber jubilado ganando más de lo que gana en activo por pérdida de aptitudes psicofísicas en acto de servicio. No la tengo, porque después de tantos años en la Guardia Civil he visto pasar a retirado a muchos compañeros en condiciones físicas más leves, pero él eligió seguir, mostrando una dignidad profesional y humana digna de elogio y admiración.
En esa charla sincera sobre esa terrible experiencia me comentó que recibió una llamada del director general de la Guardia Civil para preocuparse por él. Sin embargo, como bien recoge la canción, “dicen que la distancia es el olvido” y me temo que Dani se sintió un poco olvidado por los que tenían la obligación de no hacerlo. Era un simple guardia civil, nada más.
Esta semana se ha celebrado el acto del juicio oral, representado por el abogado de AEGC, Hernando Sancho Lora, contra los responsables de esta fechoría y han sido condenados a dos años de prisión por delito contra la salud pública, 2 años por atentado, 12 meses por dos delitos de lesiones y seis meses por daños; además el seguro del vehículo se hace cargo de la indemnización económica por los daños y secuelas causadas a nuestro compañero, además de abonar a la Guardia Civil los daños causados al vehículo del Cuerpo.
Gracias por todo Dani.
Las medallas son para los que no salen de los despachos, que se las tiran unos a otros, jefes que no saben ni la realidad de la ciudad donde trabajan por que lo unico que conocen es su despacho.
O me equivoco??
Juan, esto suele ocurrir con demasiada frecuencia a los miembros de las FCSE, que las recompensas en muchas ocasiones se otorgan más a los miembros próximos al mando e incluso a los mandos por actuaciones de los currantes, la administración es el peor de los patrones y esto se observa más acentuadamente cuando ocurren este tipo de desgracia o te jubilas al día siguiente eres un extraño, así que no queda más remedio que continuar luchando para recibir un trato justo.