La foto que ilustra el articulo me la envió Quino. Es el fotógrafo más antiguo de los medios, se podría decir, que tanto como El Faro, aunque se conserva muy bien. La historia de Ceuta, de la gente de esta tierra, se recordará siempre porque muchos de los acontecimientos de las últimas décadas han pasado por sus manos y, además, ha tenido la profesionalidad y generosidad de custodiarlas para todos nosotros.
La imagen muestra a dos mujeres de guardias civiles portando una pancarta que muy pocas se atrevían a llevar y, mucho menos, sus maridos. Han pasado algunas décadas y la imagen tiene un valor histórico incalculable, porque gracias al esfuerzo de unas pocas mujeres se visualizó la falta de derechos de los guardias civiles. Unas pocas mujeres en ciudades como Ceuta, Sevilla, Huelva y Málaga pusieron los cimientos de lo que son hoy las asociaciones profesionales. Mujeres que trasladaron un mensaje inequívoco a la Dirección General y al Gobierno. Eran la punta de lanza de un movimiento asociativo imparable y así fue.
La Asociación de Cónyuges de Guardias Civiles removió conciencias e hizo pasar vergüenza a los que tenían la obligación de resolver los problemas de los guardias civiles. Recuerdo la primera vez que la asociación comenzó a pagar la pensión de viudedad a la mujer de un guardia fallecido en nuestra ciudad. Recuerdo aquella nota de prensa: “LO QUE LA DIRECCIÓN GENERAL TARDA MESES EN PAGAR, LAS CÓNYUGES DE GUARDIAS CIVILES LO SOLUCIONAN EN UN SOLO DÍA”.
Hasta ese momento la Delegación de Gobierno se defendía de las protestas y notas de prensa de las cónyuges bajo el paraguas “son unas pocas mujeres”; pero a partir de ese día, era difícil sostener que unas pocas mujeres fueran capaces de pagar la pensión a fondo perdido, porque no era un préstamo, era una ayuda. El argumentario ya no valía y la Dirección General ya no podía esconder que en Ceuta la inmensa mayoría de los guardias pertenecían a la Asociación de Cónyuges.
La asociación existía y el miedo a decir que tu mujer era de la ACGC también. Recuerdo una anécdota de un guardia -no pongo el nombre por haber fallecido- que en el bar de la Comandancia comenzó a decir: “En vez de venir a cobrar los recibos de la asociación que se queden en las casas limpiando”, con la clara intención de hacer ver al mando que se encontraba allí que su mujer no pertenecía a la asociación. Mi respuesta fue: “Pues a tu casa también tienen que ir, aunque tu no vives en la Comandancia”. La ignorancia le impedía ver que, detrás de las siglas, también había guardias que tenían los listados de asociadas y a su lado el nombre del marido.
"La Asociación de Cónyuges de Guardias Civiles removió conciencias e hizo pasar vergüenza a los que tenían la obligación de resolver los problemas de los guardias civiles"
Nuestra idea era que la ACGC tuviera presencia en la ciudad y surgió la idea de hacer equipos de futbol de la ACGC. Ahora solo quedaba buscar los patrocinadores, pero sin quererlo surgió fácil. Un día en una reunión en la sede de Unión General de Trabajadores apareció el entrañable Antonio Vázquez, una extraordinaria persona y por aquel entonces responsable del ICD. Le comenté que queríamos hacer equipos de futbol y me dijo que del material deportivo no nos preocupáramos y así fue. Nunca nos falló. Una de las fotos que ilustra el artículo es de uno de nuestros equipos. Hoy muchos de ellos guardias civiles.
La Guardia Civil sabe que Ana Medinilla y Mari Carmen Arriaga -que ilustran la foto de Kino- y otras muchas mujeres forman parte de la historia en blanco y negro de la Guardia Civil. Los más viejos las recordamos con agradecimiento; otros no las conocen; otros han olvidado lo mucho que hicieron, pero en los archivos de la Dirección General saben que estas mujeres fueron la punta de lanza de las asociaciones de guardias civiles.
Son parte de la Guardia Civil en blanco y negro, como aquellos guardias a caballo. La historia de la Guardia Civil.