Fue escuchando una presentación de mi compañero Ángel, de Cataluña, sobre salud mental y empleo, cuando interioricé un principio que no me dejaría indiferente. A saber: una persona con un trastorno mental grave puede llegar a tener un estado de salud mental óptimo.
Y su fórmula era clara: tenemos que explorar nuestros límites. Esto, ya que muchas veces vienen predeterminados por una conciencia colectiva estigmatizadora, que permea en la autopercepción del individuo. Entonces, la persona termina aceptando los límites impuestos, desiste, y se aísla. Si no hay un reto, no hay una oportunidad. En realidad, este proceso ha marcado mi experiencia vital, pero hasta no visualizarlo en mi interior no le daba sus palabras.
La experiencia vital es una magnífica fuente de conocimiento, si es que la sometemos a examen, y así puedo dar testimonio de mi propia fórmula. ¿Cómo se convierte la dolorosa vivencia de un trastorno mental, como es la esquizofrenia, en un estado de salud mental operativo para el trabajo, y para el disfrute de la belleza?
Primero, y para ello, debemos aguzar la capacidad de observación y tomar distancia de lo que ocurre en nuestra mente. En un estado de máxima afectación, los síntomas se apropian de todas las operaciones mentales, hasta tal punto de que no existe otra realidad. No hay conciencia de salud, y cegados por la confusión, inmersos en un laberinto de emociones sin control, no vemos una salida.
Por otra parte, la función mental es relativa al tiempo, y en una dinámica de negación de nuestras potencias, y de aislamiento, los síntomas se reproducen en un círculo infinito. Esto es lo que ocurría, pero ¿dónde estaba la luz avisando de sus destellos?
La mente es un órgano es constante creación, así que la respuesta era crear una experiencia alternativa, basada en la participación, en la diversidad de estímulos, y en la positividad, en definitiva. Este nuevo espacio iría creciendo hasta disputarle el control del tiempo a los malos pensamientos. La fórmula era al fin transformar y reducir el universo fantasmagórico, que lo ocupaba todo, para convertirlo en solo un condicionante. El malestar psíquico siempre está presente, pues es ciencia que determinados trastornos son crónicos, pero podemos sumirlo en el olvido y robarle su espacio.
Poco a poco, positivando la experiencia mental podremos lograr un estado mental óptimo para cumplir con las operaciones de la vida. Hoy por hoy acudo a mi puesto de trabajo para enfrentarme a los desafíos de la vida, para explorar mis límites. No tengo tiempo para voces enemigas, y como acabo de decir: quien se pone un reto se da una oportunidad. (Con pastillas, eso sí).