La búsqueda de rincones apartados de una mayor vigilancia policial para el consumo del ‘gas de la risa’ lleva a consecuencias directamente relacionadas con la insalubridad, en Ceuta, de estos refugios. El entorno del cementerio es punto de concentración para la práctica del botellón y el consumo del óxido nitroso que contienen estas botellitas. Hay puntos como los accesos al antiguo crematorio hindú, que quiere ser sometido a una rehabilitación integral, en donde proliferan esas concentraciones de personas que además de hacerse daño a su propia salud dejan el lugar como un estercolero.
La Consejería de Sanidad lleva tiempo alertando sobre los perjuicios de este consumo, sobre las consecuencias que tiene su ingesta. Pero esas advertencias y consejos caen en saco roto y bien lo saben los operarios de Trace que no hacen sino recoger estos restos en las playas, en zonas de monte y en recovecos de barriadas más alejados.
"Una barata manera de evadirse"
El ‘gas de la risa’ se ha popularizado como una nueva forma de drogarse. Sus consumidores ven en él una barata manera de evadirse sin ser conscientes del verdadero peligro para la salud que conlleva el consumo legal de una sustancia que cualquiera puede comprar en establecimientos especializados o por Internet.
Entre las propiedades del N2O, está la de ser “un potente depresor del sistema nervioso central” que genera “efectos muy similares a los de la inhalación de pegamento”. “Sus consumidores buscan su efecto euforizante y los trastornos psicodislépticos que genera, efectos que sobrevienen por la privación de oxígeno que produce el gas”, advirtió Sanidad a este periódico.
La combinación de su consumo con el alcohol u otras drogas tiene unos efectos demoledores. No hay barriada que se escape al hallazgo de grandes concentraciones de estos restos como han denunciado diferentes familias y vecinos desde que esta droga comenzó a ponerse de moda.
Me parece bastante más grave esto que lo de las mascarillas. Por sus efectos para la salud y por la basura que dejan.