Ni 24 horas después de que la Benemérita tuviera que trasladar una balsa con seis subsaharianos que había rehusado socorrer Marruecos, los agentes del Servicio Marítimo protagonizaban otros dos rescates escalonados. Ambos iguales en número de inmigrantes y en la posición en la que fueron localizados.
Así, pasadas las 4.30 horas de la madrugada se procedía al rescate de ocho subsaharianos que fueron divisados en la bahía sur ocupando una balsa playera. Horas después, a las siete menos cuarto, se repetía el mismo viaje, procediendo al rescate de otros ocho subsaharianos, en una balsa de playa, en la misma zona.
Los inmigrantes, todos de origen francófono, portaban chalecos salvavidas o flotadores y se encontraban en buen estado de salud, por lo que no fue necesario su traslado al Hospital ni tan siquiera requerir la intervención de los servicios de Cruz Roja. Tampoco fue necesaria la intervención de la ‘Gadir’ de Salvamento Marítimo, que si bien se desplazó a la zona no tuvo que proceder a traslado alguno.
Los 16 subsaharianos llegaban a puerto deportivo completando una semana de las de mayor presión migratoria de este verano. En tres días se ha procedido al rescate de cuatro embarcaciones, todas del mismo modelo y ocupadas por entre seis y ocho subsaharianos. En 72 horas la Guardia Civil ha rescatado a una treintena de subsaharianos y cierra prácticamente el mes superando ampliamente el centenar de auxilios.
Tras su recogida por parte de la Policía Nacional, los nuevos auxiliados fueron trasladados al CETI, corriendo mejor suerte que la de un compatriota cuyo cadáver era encontrado en la tarde de ayer por una embarcación del Servicio Marítimo que hacía una inspección de salida rutinaria en la zona conocida como ‘Las tres piedras’ de Benzú.
El cadáver del subsahariano se encontró pasadas las cuatro y media de la tarde flotando en el mar, portando todavía el chaleco salvavidas. Todo hace pensar, a falta de los resultados de la autopsia que se le practicará hoy, que el varón murió de hipotermia y no de ahogamiento, ya que podía flotar sin problemas en el agua.
En el puerto deportivo se personó el médico forense para, pasadas las cinco y media de la tarde, ordenar el levantamiento del cadáver para su traslado a la sala de autopsias del cementerio.
El fallecido podía llevar varios días en el agua, por lo que la Benemérita sospecha que se habría caído de alguna de las balsas que intenta con mayor o menor éxito alcanzar la península, o bien tratarse de un subsahariano que pretendía su entrada a nado de manera aislada. Lo que sí tienen por seguro es que no formaba parte de las últimas expediciones cursadas con éxito a Ceuta, ya que ninguno de los subsaharianos rescatado con vida en estos días ha denunciado la desaparición de algún compañero.
En el reconocimiento del cuerpo llevado a cabo en el propio puerto deportivo se encontró alguna pertenencia personal envuelta en plástico para favorecer su conservación, como acostumbran a hacer los inmigrantes protagonistas de entradas a nado.
El de ayer es el segundo cadáver encontrado en este mes, ambos en el mismo entorno ya que hace un par de semanas se localizó el cuerpo de otro varón en Calamocarro, aunque éste llevaba más tiempo fallecido en el mar por lo que se piensa que no tienen vinculación.
La presión sobre los camioneros: el auténtico efecto llamada en Ceuta
¿Cuál es el auténtico efecto llamada en Ceuta? ¿Las entradas con rescate garantizado por parte de la Guardia Civil o la salida oficiosa que consiguen los compatriotas que ya están en la ciudad tras ocultarse en los camiones a su paso por el puerto? Un recorrido por la zona hace suponer que la respuesta correcta es la segunda, dada la presión que soportan los camioneros que embarcan a diario y que son los que deben advertir a las fuerzas de seguridad de la presencia de sin papeles cerca de sus vehículos. “Ya tenemos miedo hasta parar en la gasolinera a repostar. En cuanto nos ven se van acercando y si te descuidas se te cuelan”, señala un camionero después de sorprender a dos subsaharianos cerca de su vehículo.
El miedo al que se refieren los camioneros no es sólo a que los inmigrantes se metan en la carga y al final las fuerzas de seguridad pretendan vincularles con un delito contra los derechos de los trabajadores, también a que protagonicen algún accidente debido a los episodios con víctimas mortales que ya se han producido de esta forma.
Vehículos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional patrullan por la avenida portuaria para, con su presencia, intentar aminorar esos acosos; aunque la labor termina resultando imposible. No hay ley que prohíba la presencia de los subsaharianos apostados justo en frente de las gasolineras. Lo curioso de los protagonistas de estos auténticos ‘asaltos’ es el tiempo que llevan en el CETI. A los que arrastran ya el año de residencia en el Jaral se suman otros compatriotas que tan sólo llevan unos meses; incluso este medio se topa con subsaharianos que reconocen llevar poco más de un mes. Acaban de llegar al centro de acogida y ya piensan en fugarse. Saben que otros lo han conseguido y es eso lo que les insta a acudir a diario hasta la avenida portuaria para lograrlo. Es la ley del más fuerte y del más rápido, en detrimento de los llamados colectivos vulnerables (enfermos o unidades familiares) que se quedan en el CETI a la espera de unas salidas peninsulares que llevan desde el pasado marzo bloqueadas. ¿Llegar a Ceuta en balsa y en pocos meses alcanzar la península en un camión? Eso es lo que se plantean los subsaharianos que llegan, evitando de esta forma permanecer más tiempo en el campamento o exponerse a una expulsión a sus países de origen.
El puerto sigue siendo zona importante de presión, también para los camiones que cargados de residuos proceden de la planta de Urbaser, en el Monte Hacho. Ésta ya no recibe tanta presión desde que la Benemérita ordenó la permanencia más o menos fija de patrullas en la zona, a lo que se añadió nuevas medidas de seguridad. A pesar de ello todavía hay inmigrantes que lo intentan. “Lo tenemos más difícil, por la Guardia Civil. Lo hacemos porque llevamos ya más deun año aquí”, advierte un subsahariano integrante de un trío de compatriotas que regresa al campamento tras un nuevo intento fallido de entrada a la planta. “Volveremos”, señala.