Hasta casi cinco horas permaneció una embarcación de la Guardia Civil obligada a ejercer de custodia de una balsa de seis subsaharianos mientras esperaba la llegada de una patrullera marroquí que, supuestamente, tenía que haberse hecho cargo de esta nueva expedición clandestina.
La historia sucedía ayer y terminaba con los inmigrantes en el puerto deportivo después de que Marruecos se desentendiera de los mismos y los dejara a la deriva, negándose a su rescate y posterior traslado a su puerto.
Si tuviéramos que escribir una crónica futbolística pondríamos al equipo marroquí como autor de un auténtico gol por toda la escuadra a España con risas incluidas. Pero lo que hay por medio de esta historia no son goles, son personas, por eso lo ocurrido ayer sirve más bien para calibrar cuáles son las auténticas relaciones hispanomarroquíes y saber hasta qué punto llega la colaboración prestada por el vecino país en materia migratoria.
Rondaban las cinco de la tarde cuando los ocupantes de un barco, el Tinita, del Club Náutico CAS, daban aviso a la Benemérita al toparse con una balsa playera ocupada por seis subsaharianos que portaban, además, chalecos salvavidas. Una embarcación del Servicio Marítimo acudía al lugar, cerca del entorno de isla Perejil, sin llegar, en principio, a proceder al rescate de los subsaharianos ya que éstos se encontraban en aguas marroquíes.
El siguiente paso fue el de dar aviso a Marruecos que se encargó de enviar una patrullera a la zona para, supuestamente, llevarse a los inmigrantes ya que se encontraban en sus aguas. Pero las agujas del reloj empezaban su curso y los agentes marroquíes no movían ficha. Su embarcación llegó al punto establecido por la Benemérita pasadas las seis de la tarde comenzando, en este punto, el tira y afloja con tal de no llevarse a los inmigrantes. Mientras tanto la Guardia Civil esperaba y la embarcación ‘Gadir’ de Salvamento Marítimo que también se había desplazado a la zona terminaba marchándose al no requerirse su intervención en el lugar.
Las horas pasaban y la escena dibujada reflejaba perfectamente el estado de las relaciones entre países en el ámbito migratorio. Los protagonistas de la película ya los conocen: una balsa con seis varones en buen estado de salud pero cansados, esperando a ver quién es el que se los lleva, o Marruecos con su patrullera o España con una unidad de la Benemérita. Y ellos movidos por la corriente, que si más allá hacia zona marroquí, que si más acá, hacia zona española. Mientras, en los despachos oficiales y oficiosos los teléfonos echaban chispas intentando que cada uno hiciera su trabajo. Y así se estuvo hasta casi las nueve de la noche, cuando la Guardia Civil terminó por hacerse cargo de los subsaharianos que la patrullera marroquí se negó a aceptar. La corriente y la obligatoriedad de prestar un auxilio humanitario a unas personas que nada entienden de presiones entre países hizo que la Benemérita terminara trasladando a puerto deportivo a todo el grupo, recuperando también la balsa neumática.
Tras el reconocimiento en el puerto, los seis subsaharianos fueron trasladados por agentes de la Policía Nacional al CETI. Hoy se sabrá si uno de ellos es menor de edad.
La presión marítima se ha convertido en escenario de conflictos
Las entradas de inmigrantes se han convertido en un auténtico problema para las fuerzas de seguridad y para la propia infraestructura que dispone la ciudad. Su presión marítima se ha convertido en un auténtico escenario de conflicto a altas instancias. ¿Qué puede hacer la Guardia Civil? Lo que se le manda: socorrer a todos aquellos inmigrantes que entran por mar sin posibilidad alguna de rechazo, como se hacía antiguamente. ¿Qué pueden hacer las fuerzas de seguridad marroquíes? Colaborar, impidiendo la salida de inmigrantes -incluso a plena luz del día- desde sus costas. En estas cuestiones falla una de las respuestas, y es que las fuerzas de seguridad marroquíes someten su colaboración a continuos vaivenes. Hay días en los que la misma existe -evitando, como sucedió la semana pasada, una entrada masiva por mar- y otros en la que resulta inexistente o hasta insultante -como ocurrió en la tarde de ayer negándose a la recogida de seis subsaharianos que se encontraban en su zona-. El resultado se nota en el CETI, con casi 530 ocupantes, después de haber soportado más de cien entradas en sólo este mes de junio. Todas ellas por vía marítima.
Descanso en el puerto
Los subsaharianos eran, como todos los que están llegando en los últimos días, de origen francófono. Entre ellos viajaba al menos un varón que podría ser menor y al que hoy se le harán las pruebas osométricas para comprobarlo. Esta balsa con 6 subsaharianos llega 24 horas después de la que fue localizad en Calamocarro con otros siete compatriotas. En este mes de junio se ha procedido al rescate de más de un centenar de subsaharianos. En esta ocasión los subsaharianos dijeron ser de distintos puntos: Costa de Marfil, Burkina Fasso y Timor, aunque ahora habrá que comprobar sus filiaciones. Cuando llegaron a puerto empezaron a recibir prendas secas entregadas por Cruz Roja aunque ninguno de ellos necesitó atención sanitaria ya que se encontraban en buenas condiciones físicas. La balsa también fue rescatada.