Cada miércoles, decenas de personas se reúnen en el famoso Círculo de Silencio. Una iniciativa que vino para quedarse y que viene a visibilizar a los que no tienen voz. Cada miércoles se concentran en la plaza de la Constitución para dar a conocer los problemas que afectan a los inmigrantes, evidenciando situaciones que desgraciadamente ya ni son tratadas como se debiera por los medios de comunicación. Nos hemos convertido en medios insensibles, centrados en conseguir titulares construidos a base de cifras, de tantos por ciento. La noticia ya no es que ha muerto un bebé en la ruta canaria, sino que las fuerzas de seguridad han interceptado a no sé cuántos inmigrantes. Ni tan siquiera se hace el esfuerzo por conocer quién era ese bebé o qué historia tenía. Se llega a confundir hasta su identidad. A eso hemos llegado.
Cuando decenas de personas se juntan para unir sus fuerzas en defensa de los inmigrantes significa que queda algo de esperanza. No lo hemos perdido todo. Al menos hay quienes nos recuerdan lo que está pasando, quienes ponen el acento en las tragedias que bien se tratan de silenciar o se disfrazan de invasiones. Para mí que mueran 4 bebés en el mar no es una invasión, es una tragedia. Para mí que una mujer dé a luz a su hijo muerto en una patera es un fracaso de la sociedad, de todos nosotros. Para mí que no sepamos ni el número de desaparecidos que hay en las rutas migratorias es terrible.
Antes los medios nos esforzábamos en intentar poner nombre a las tragedias. Era una manera de humanizar lo que había pasado. Ahora cada vez somos menos los que elaboramos ese tipo de informaciones que, además, reciben cuantiosas críticas por parte de los grupos cobardes que se dedican a bombardear mensajes de odio en unas redes sociales que censuran el pecho de una madre pero no las llamadas al racismo y el enfrentamiento.
Ojalá que el Círculo del Silencio nunca se canse de reunirse y de sacar a la luz lo que está pasando. Ojalá que se mantenga firme y alejado de ese mundo de odio y maldad que usa la inmigración y las tragedias para separar.
Ud. defiende mucho a los menas, pero aún no he podido leer - al menos yo no lo he visto por más que lo he buscado y bien que lo he buscado- unas líneas suyas, condenando la agresión sexual a esa trabajadora, ni la física a otros de sus compañeros.
No todos son angelitos caídos del cielo ni son tan débiles los elementos que nos envían desde Marruecos; también hay demonios disfrazados y hay que denunciarlos, si se quiere ser una periodista imparcial y no solamente estar al lado de una parte sea como sea y hagan lo que hagan. Estoy seguro que esas personas agredidas, agradecerían unas palabras de aliento ante la grave situación por las que han pasado. Ahí lo dejo