Odessa fue una víctima más de la Guerra Civil ya que sufrió también la estancia en prisión de su madre, presa por no reconocer la ubicación de su marido, el padre de Odessa. “Yo también tuve que ir a prisión, para que mi madre me diera el pecho. Como en esa época no había comida y estaba todo tan mal me llevaban con ella para que comiera”, recuerda.
Tras muchos años intentando encontrar a su padre y tres viajes a la ciudad, Odessa pudo visitar la pasada semana la tumba donde descansan los restos de su padre, un viaje emprendido tras descubrir el lugar donde estaba enterrado en un libro del historiador Francisco Sánchez a través de la red, y ponerse en contacto posteriormente con el autor.
En su visita, que realizó con su hijo y su nieta y en la que estuvo acompañada por Sánchez, también fue a la fortaleza del Hacho, lugar donde fusilaron a su padre. “Vi la pared donde lo ejecutaron”, dice.
Fueron muchas las dificultades que encontró durante todos estos años en el camino hacia su padre. Hasta le intentaban ocultar que fue fusilado. “Al principio nos dijeron que había fallecido de una hemorragia interna y no fue así. Fue fusilado y lo vimos cuando salió en el periódico”, explica.
La historia la contó el historiador Francisco Sánchez, y de ella se hizo eco este medio, cuyo reportaje guarda Odessa “como oro en paño”. Su padre estuvo detenido en varias ocasiones. La última fue tras escapar en el buque Stanbrook. Nunca más lo volvió a ver a su familia, sólo se comunicó con ella a través de cartas. La última, publicada en este medio, decía: “Parece que intentas venir a verme. No lo hagas, sería una locura y no me verías”. Está firmada el 13 de junio de 1944, dos meses y cinco días antes de ser fusilado, y ya avisaba a su mujer que no la dejarían verlo.
Ahora, a sus 73 años y con el sueño de su vida cumplido. Odessa tiene un nuevo objetivo: poder trasladar a Canarias los restos de su padre, ya que es en la isla donde tiene a toda su familia. Para ello ya ha conseguido el paso más importante, localizarlos.
Tres viajes sin éxito
Fueron tres las veces que Odessa viajó con su madre para intentar encontrar a su padre. La primera, a los 6 años, no pudieron pisar Ceuta, ya que dos guardias civiles se lo impidieron. Fue el mismo día que fusilaron a su padre. Después volvió cuando tenía 10 años, y también a los 13: “Nunca, nunca lo vimos. Íbamos al Bar Correo, cuyos dueños eran de mi pueblo, de Alicante. Ellos le dijeron a mi madre que no se preocupara que en cuanto supieran dónde está le pondrían una marquita para que lo supiéramos, pero nunca volvimos a saber nada”, recuerda. Sospecha que estas personas son las que han pagado para sacarlo de la fosa y ponerle la lápida. “Me gustaría saber quién fue para darle las gracias. A ver si antes de morirme me entero”, manifiesta.