Cuando la inmigración pasa a ser un punto más de la agenda política que marca la contienda de los partidos, mala enmienda tenemos. Ni unos ni otros buscan soluciones porque no les interesa, usan todo lo relacionado con la llegada de inmigrantes o las ya politizadas repatriaciones de menores para sacar tajada, para sacar los primeros votos sin estar en elecciones. Imaginen por un momento que esto que sucede ahora ocurre en plena campaña. Ya llegará.
El PP desvaría y mucho cuando, por boca de Pablo Casado, reclama medios para las fuerzas de seguridad y acusa al PSOE de tener abandonados a los policías y guardias civiles por culpa del buenismo. Se cree el ladrón que todos son de su condición, y eso es lo que le pasa al rostro de la derecha, el partido que más ha dejado por los suelos a las fuerzas de seguridad en Ceuta, sin actuar en la frontera, sin atender las reclamaciones de los guardias y policías, y permitiendo un oscurantismo en los protocolos de fronteras que ha derivado en que en todas las intervenciones que han terminado judicializadas quienes han terminado acusados han sido los agentes, no los políticos.
Ahora el rostro de la derecha se permite el lujo de intervenir hablando de exigencias y de actuaciones adecuadas con los inmigrantes, dejando aparcada la memoria histórica de todo lo que ha hecho el PP en Ceuta. Habla de cumplir la ley con los menores y de las devoluciones en caliente. Madre mía, que mal funcionan las hemerotecas cuando interesa. Y al PP parece que le interesa mucho quemar determinadas crónicas de la época para saber cómo también ellos hicieron repatriaciones de menores, pero no como las organizadas por el PSOE, aquellas fueron peores. O cómo ellos han ejecutado algunas devoluciones: míticas fueron las de los primeros chinos que llegaron de manera irregular a nuestra ciudad -la amplia mayoría mujeres- y cómo el PP ordenó su salida del CETI. O cómo se llevaron a los nigerianos que, llorando, se desnudaron agarrándose a los barrotes para no ser expulsados, sin derechos, sin abogados, sin nada. O cómo eran aquellos míticos vuelos del Haloperidol. Todo esto lo tiene que saber Casado, porque si lleva las riendas de un partido tiene que conocer la herencia. Seguro que después no soltaba la lengua con insensateces a la hora de hablar de gestiones en materia de política migratoria. Seguro que no.
La osadía tiene eso, que lleva a los líderes de los partidos a vestir de nuevas sus discursos creyendo que el resto del personal hemos pasado página. Resulta difícil cuando a pie de frontera se han contado tantas burradas. Bendita hemeroteca que está ahí para recordarnos que cualquier tiempo pasado...