Casi el 90% de las tortugas bobas (caretta caretta) rescatadas en Ceuta sufren las consecuencias de una ingesta de plástico. Así lo reconocen miembros del Centro de Estudios y Conservación de Animales Marinos (CECAM), que en el día de ayer devolvieron a cuatro de estos ejemplares a las aguas de Alfau, tras casi un mes y medio de tratamiento. Desde que fueron rescatadas por los buzos de la Almadraba, y hasta que pudieron regresar a los mares del Estrecho, han sido custodiadas por el CECAM. Primero desparasitándolas en agua dulce, y luego trasladándolas a un tanque salado. Es en esta segunda etapa cuando las ayudan a procesar la comida, lo que les permitirá expulsar el plástico en forma de hez.
Dificultades para sumergirse y obtener alimento
Y es que una vez que ingieren este material, que abunda en los fondos marinos y que a veces confunden con las medusas de las que se alimentan, no tardan en acumularlo en su organismo. Es esto mismo lo que les dificulta a largo plazo el sumergirse en el agua para acceder al alimento. “La tortuga boba solo sale fuera del agua para respirar. Sin embargo, comer plástico les hace flotar e impide que puedan volver al fondo. Cuando las encontramos, están desnutridas y tenemos que alimentarlas y cuidarlas hasta que lo expulsan todo”, relatan desde el CECAM.
Sin embargo, esta no es la mayor de las amenazas para las ‘caretta caretta’, pues también se han visto perjudicadas por las redes de pesca. La contaminación de las aguas es solo otro hándicap para su supervivencia, y al que no solo se enfrentan una vez arriban al Estrecho. “Es atravesando el Atlántico o el Pacífico cuando suelen ingerir estos plásticos", intuyen en el CECAM. Para cuando llegan a las costas de Ceuta, ya sufren las consecuencias.