La AEGC se hace eco de una noticia de tribunales para advertir sobre determinadas declaraciones que dañan las instituciones, en este caso el Ejército
Nadie viajaría en avión si sabemos que el piloto es consumidor habitual de drogas, tampoco en un ferry o en un autobús. Aún más, pediríamos explicaciones a los responsables para conocer las circunstancias que evitaron conocer una adicción que pone en peligro nuestras vidas. Creo que hasta aquí estaremos de acuerdo. Hay noticias que no pasan inadvertidas, porque los medios de comunicación hacen bien su trabajo –informar- y porque la noticia tiene componentes inauditos, dignos de prestarle la atención debida. Noticias que no deben digerirse y enviarlas a la papelera de reciclaje, sobre todo cuando está en riesgo nuestra seguridad, el prestigio de las Instituciones y de los profesionales. Hacerse el tonto, el indiferente o no darse por enterado no reconducirá o revertirá la situación y al final, como siempre, los ciudadanos pagarán las consecuencias. De una de esas noticias voy a escribir. Esta semana se ha celebrado el juicio oral contra un legionario detenido por la Guardia Civil en el control de embarque de la Estación Marítima. En el juicio se tomó nota de la generosidad del narcotraficante que vendió por 150 euros, 203 gramos de hachís, el cliente sólo pidió 200 gramos, el límite legal considerado consumo propio. Tres gramos es el límite entre una simple denuncia administrativa a una posible condena de un año y cuatro meses de prisión, que, de ser condenado, no pisaría al carecer de antecedentes penales. En su defensa alegó que era para consumo propio, que habitualmente fumaba entre ocho y diez porros al día y de vacaciones hasta quince; además acreditó su dependencia con unos análisis. Hasta aquí, no existe nada impactante en la noticia, pero continuó manifestando que “el consumo de hachís es práctica habitual en La Legión, en el Tercio Duque de Alba, está permitido”. Esta última pieza de la defensa o no se ajusta a la realidad –cosa que no pongo en duda- o alguien está haciendo muy mal su trabajo, porque el consumo de drogas está sancionado como falta grave o muy grave en el Régimen Disciplinario de Las Fuerzas Armadas, como también lo está, tolerar cualquier incumpliendo del Régimen Disciplinario de las FFAA. Esta noticia ha sido muy comentada y criticada, porque como decía, si nadie tomaría un autobús con un conductor drogadicto, tampoco estamos muy seguros con un militar, guardia civil o policía consumidor de drogas, porque portan un arma. Razón de más para que el testimonio del militar no se mande a la papelera, porque si es consumidor habitual los protocolos han fallado y deben auditarse para que no vuelva a suceder por nuestra seguridad, por el prestigio de la Institución y de los compañeros de profesión. Insistimos, en este caso, no existen excusas, porque si el legionario puede acreditar que es consumidor habitual ha fallado el Plan General de Prevención de Drogas en las Fuerzas Armadas y, mucho menos, si se da por cierto que está permitido el consumo. Tampoco se puede declinar que mienta, pero para eso también existen respuestas. Sin lugar a dudas, hay profesiones que deben de estar sometidas a un control eficaz y exhaustivo, entre ellas, las posibles dependencias. Cuando se decide ser funcionario público se adquieren unos derechos que, por desgracia, no gozan otros trabajadores, pero también se adquiere un compromiso de servir, de estar en disposición de hacerlo y ser consumidor habitual de drogas no es precisamente la mejor forma. Establecer reconocimientos médicos periódicos no debe tomarse como un elemento inquisidor, ni debe servir para ganar afiliados, porque se trata de velar por la seguridad de los ciudadanos y, por supuesto, mejorar la salud de los funcionarios públicos. De todos los servicios públicos.