Después de lo vivido en estos días aciagos en Ceuta, resulta del todo imposible dejar de hacer algún comentario sobre los últimos y nefastos acontecimientos que hemos tenido que soportar en la marinera ciudad. No obstante, quizá estaría bien hacer un análisis de conjunto y practicar un enfoque diferente a las típicas muestras de indignación que aunque pueden estar justificadas a ojos de cualquier observador, tampoco nos permiten visualizar la magnitud del problema en su conjunto.
Ya sabemos que las buenas acciones cuentan en el haber de una persona para alcanzar paz y quizá un buen futuro espiritual cuando dejemos este mundo físico. Al menos eso es lo que las personas creyentes pensamos y sentimos, seamos de cualquier confesión religiosa de las que se practican en Ceuta. Pero también la acumulación de buenas obras y de una actitud compasiva, caritativa y bondadosa hacia los demás es fuente de salubridad mental y de bienestar interior durante la vida; compensa con creces siempre que se haga pensando en los demás y dejemos cualquier tipo de egoísmo al margen. Es decir, de nada sirve intentar tener buen Karma o pensar en alcanzar el paraíso actuando sin el corazón y haciéndolo todo por miedo al más allá y al juicio divino. Esa actitud farisea por cumplir las normas religiosas pero sin asimilarlas interiormente no aprovecha lo mejor de hacer el bien, que es desde luego desear que se termine el sufrimiento para todas las criaturas vivas en este universo tan paradójico, contradictorio e incomprensible como también bello, seductor y amoroso. Se trata de obtener la fuerza interior que nos permita elevarnos hacia nuestra verdadera condición humana, un fastuoso palpitar del todo en nuestro corazón que nos hace percibir y sobretodo intuir el gran ser interior que todos llevamos dentro. Hay que rezar y meditar para que terminen los conflictos y todos los seres alcancen la paz y dejen de sufrir; se reza para expandir el amor del ser supremo hacia todo y de esta forma cumplir con la tarea que el altísimo encomienda a cada uno de nosotros seamos de la confesión religiosa que sea, e incluso, no siendo de ninguna de ellas, a través de los comportamientos éticos y la elevación por la obra natural. La ética, lo moralmente correcto y el apoyo mutuo no fueron inventos de las religiones ni tampoco de la filosofía, viene insertado en nuestra historia biológica y se trata de un recurso adaptativo de primer orden. En especies como la nuestra, además de funcionar como una mera capacidad evolutiva desarrollada por la biosfera para prosperar, también nos hace trascender hacia mundos espirituales elevados y recorrer caminos trascendentales. Y en estos aspectos es donde los diferentes tipos de espiritualidad y religiones milenarias han forjado sus revelaciones y desarrollados sus métodos para acercarse a los ideales más elevados a los que podemos aspirar los seres humanos.
Pienso que de la misma manera que hay un karma o impronta espiritual que va con cada persona, también podríamos hablar de un karma colectivo o de las sociedades. Pueden imaginarse el que tuvieron que acumular los europeos durante los periodos bélicos recientemente vividos, por no remontarme mucho más tiempo atrás. Cuanta injusticias, sufrimiento, infamias y falta de amor se acumularon hasta llegar a crear nuestras opulentas sociedades llenas de materialismo y deseos incontrolables de sembrar la superficialidad por doquier donde los sentimientos profundos de grandeza social y apoyo mutuo quedaron maginados del ideario colectivo para mayor gloria del poder y de la imposición de las ideas tanto socialistas como capitalistas. Pues el actual desajuste de nuestro mundo civilizado humano es consecuencia de todo el mal karma acumulado históricamente y por mucho que queramos exculparnos de las responsabilidades, somos todos, de alguna forma, cómplices y partícipes de estos desequilibrios. Soy muy consciente de la gran simplificación que estoy exponiendo y de lo obvio del discurso pero no por ello lo hace menos cierto. En una ciudad como la Ceuta de hoy en día, que karma creemos que podemos tener como sociedad. Tenemos opulencia para unos pocos privilegiados que cobran unos sueldos astronómicos y donde la población es demasiado elevada para su pequeño territorio. Un lugar donde la cuestión ambiental está abandonada a su suerte o muy poco desarrollada y donde cada vez se destruye más territorio y no se atienen los ecosistemas mas valiosos y ni siquiera hay interés por gestionar los espacios protegidos que los son solo sobre el papel.
"Se trata de obtener la fuerza interior que nos permita elevarnos hacia nuestra verdadera condición humana, un fastuoso palpitar del todo en nuestro corazón que nos hace percibir y sobretodo intuir el gran ser interior que todos llevamos dentro"
Siempre hemos visto a Marruecos con desconfianza justificada por un pasado de agresiones continuadas pero tampoco no se han querido cultivar y profundizar las relaciones transfronterizas salvo para sacar tajada económica. Una ciudad de frontera tan especial como la nuestra podría haber fomentado un sano conocimiento norteafricano y trabajar mucho más por los acercamientos institucionales en temas culturales, educativos y ambientales. Evidentemente la actual crisis fronteriza que hemos sufrido no es culpa de Ceuta pero quizá podría enfocarse no solo arremetiendo contra Marruecos o el actual gobierno de España sino también convendría tener una mirada que incluyera el ámbito del karma colectivo acumulado por los estados nación europeos y sus responsabilidades históricas además de los muchos y nefastos regímenes africanos desarrollados después de los periodos coloniales. Marruecos siempre ha dado pruebas de una intransigencia extrema en según que asuntos y nunca le ha temblado el pulso para tomar actitudes maximalistas en sus asuntos de estado. El Sahara es un asunto de estado de máxima sensibilidad para nuestro vecino y se podría haber actuado de una forma mucho más inteligente en relación al líder del Frente Polisario sin tener que desatenderlo, para buscar soluciones está la diplomacia y aquí falló estrepitosamente o al menos la gestión del asunto pudo ser claramente mejorable. Los intereses partidistas continúan siendo las prioridades de los políticos demócratas en España y eso trae consecuencias cuando se trata con un vecino que no atiende a los mismos parámetros de ética social a los que estamos acostumbrados en la Europa de hoy. Esta pequeña “Marcha Verde” nos tiene que hacer ver que Marruecos está bien dispuesto a dinamitarse así mismo, como si de un niño con una pataleta se tratara, dejando ver una falta de madurez política y pasmoso desinterés por sus compatriotas. Nos guste o no, vivir en la frontera real y directa con Marruecos no es fácil y siempre traerá sorpresas en un mundo tan desajustado por las diferencias de renta y riqueza como la que se produce entre nuestros países. Las crisis migratorias son hijas del insostenible boom demográfico mundial y de las diferencias económicas entre regiones y no son las únicas en una Europa amenazada por graves crisis internas tanto de exceso de población como también de justicia económica y pérdidas de derechos sociales.
Intentar resolver esto con más policía es del todo imposible como también lo es buscar soluciones en los discursos de políticas radicales de derecha o de izquierda como los que se están instalando en el viejo continente. Esto ya sabemos las consecuencias que tuvieron no hace todavía ni un siglo. El miedo y los discursos radicales e incendiarios son los peores enemigos que podemos tener ahora los ceutíes y la visión circular de la historia, la compasión y la tolerancia con buen sentido y siempre bien entendida son los mejores consejeros en esta tremenda crisis humanitaria.
El desajuste poblacional, económico, político, ambiental y social son las principales amenazas y no por más muros y ejércitos se quieran desarrollar van a terminar los problemas que nos aquejan.