Odessa Valls pudo cumplir su sueño, visitar la tumba de su padre en Ceuta, fueron décadas de silencio, sin saber exactamente donde podía estar, tan solo recibieron en 1944 una nota oficial donde le indicaban que había muerto de una hemorragia interna. Nada más lejos de la cruda realidad, su padre Ramón, había sido fusilado en la fortaleza del monte Hacho y posteriormente sepultado en la fosa común.
Los que estamos entre papeles, archivos, legajos llenos de polvo y alguna que otra incomprensión, cuando recibimos llamadas pidiéndonos información sobre algo publicado, damos por bueno todas esas horas. Y, eso fue lo que pasó con Odessa Valls, que tras vivir toda su vida sin saber apenas nada del fallecimiento de su padre, pudo al fin tener en su mano (consejo de guerra) toda la verdad de su muerte.
Hace unos meses Odessa Valls falleció, pero pudo cumplir uno de sus sueños. En aquella visita vino acompañada de su hijo y su nieta, también visitaron la fortaleza del Hacho, lugar donde fusilaron a su padre, todavía recuerdo sus palabras: “Deseaba ver la tumba de mi padre con todas mis fuerzas. Por fin visité donde descansa. Era mi sueño, me puse a hablar con el frente a la lápida. Dije que si es verdad que existe el más allá me estaría viendo y que mi madre se murió sin saber nada de él, aunque hizo todo lo posible por encontrarlo”.
Nunca más lo volvió a ver su familia, sólo se comunicó con ella a través de cartas. Fueron tres las veces que Odessa viajó con su madre para intentar encontrar los restos de su padre. La primera, a los 6 años, no pudo pisar Ceuta, ya que dos guardias civiles se lo impidieron. Fue el mismo día que fusilaron a su padre.
Después volvió cuando tenía 10 años, y también a los 13: “Nunca, supimos nada de lo que pasó. Una vez que estuvimos en Ceuta fuimos al bar Correo, cuyos dueños eran de mi pueblo, de Alicante. Ellos le dijeron a mi madre que no se preocupara que en cuanto supieran dónde está le pondrían una marquita para que lo supiéramos, pero nunca volvimos a saber nada”.
El franquismo le pasó factura a Odessa, por ser hija de Ramón y de Ángela, ellos tenían muy claro su lucha por la República, y le costó más de un disgusto: “Mi padre estaba en la cárcel, y también cogieron a mi madre, y esos brutos la raparon al cero. A mí, que era un bebé y no me habían querido bautizar mis padres, lo hicieron ellos, encima me pusieron un traje de la falange, y me pusieron María, era una época terrible, sin trabajo, sin comida, mi madre estaba muy débil. Y encima me daba pecho, me metían a la cárcel específicamente para ello”,
La familia de Odessa todavía conserva en su casa de Las Palmas las cartas que su padre les enviaba desde las diferentes prisiones por las que pasó hasta su fusilamiento. Sabía que era un convencido militante comunista fusilado a los 33 años, pero no sabía que llegó a ser un cargo importante dentro del partido, ni que intentó organizar una resistencia antifascista desde su exilio en el Magreb.
En esas cartas, Ramon Valls, dejaba entender la realidad. Por ejemplo, en una carta escrita el 8 de mayo de 1943 desde la prisión del Hacho: “Por las cartas que vengo escribiendo a mi hermano, Bernardo, conocéis que desde hace tiempo estoy por los motivos que los conocéis por el mismo conflicto”.
Unas cartas que, en todo momento, quieren mostrar su fuerza. “No tenéis que vivir preocupadas, me encuentro muy bien… lo que más me preocupa es vuestra situación […] los innumerables sufrimientos pasados”, enumeraba en aquella misiva de mayo del 43, que termina de la siguiente manera: “Con la esperanza de recibir pronto vuestras noticias y con el deseo de que esta os encuentre en inmejorables salud envío, unido al inmenso cariño que os tengo, muy fuertes abrazos. Ramón”.
¿Quién pagó en 1949 el traslado desde la fosa?
Tras el fusilamiento del padre de Odessa, Ramon Valls, junto a sus compañeros José Congost y Antonio Reinare, en agosto de 1944. Un camión militar transportó sus cuerpos al cementerio, siendo enterrados en la fosa común. Cinco años después, el 15 de noviembre de 1949, José Guerrero Garrido, este es el nombre que aparece en el archivo del cementerio de Santa Catalina de Ceuta, abonó el traslado de los restos, tal vez, ese nombre fue ficticio y quien estaba detrás era el partido comunista en el exilio. Como detalle significativo, en la lápida donde se tallaron sus nombres, se dibujó en grande y justo encima una gran estrella de cinco puntas, símbolo del partido comunista. Tras consultar el archivo del cementerio, los encargado me aseguran que esa lápida fue la que se ubicó en aquellos años cuarenta, ¿Cómo pudieron esquivar a la dictadura y lograr que no se dieran cuenta en pleno franquismo que esa estrella era un símbolo comunista?, esa pregunta, no sé si algún día, tendremos respuesta, actualmente se puede visitar en el cementerio de Ceuta.
En 1944, no la dejaron bajar del barco
Parece que intentas venir a verme. No lo hagas, sería una locura y no me verías”. Esta es una frase de la breve carta de tres párrafos que Ramón Valls envió a su esposa y a su hija Odessa, firmada el 13 de junio de 1944, dos meses y cinco días antes de ser fusilado.
“El capitán del ferry llamó a mi madre, y le dijo que no sabía qué tenía con la justicia, pero que había dos guardias civiles esperándola, así que no pudimos bajar. Permanecimos todo el día en el barco, que regresaba por la noche a Algeciras”,
La historia del padre de Odessa y sus compañeros, comenzó el 28 de marzo de 1939 en el puerto de Alicante, ellos aguardaban un barco que les permitiese abandonar España, camino del exilio, tras la derrota del ejército republicano.
El “Stanbrook” es una referencia mítica del exilio español. Se trataba de un pequeño barco carbonero, de 1.383 toneladas, construido en 1909 y remozado en 1937. Por motivos de seguridad el barco viajó con distintas banderas en tareas de abastecimiento de la zona republicana. El barco fue fletado por la Federación Provincial Socialista de Alicante para organizar la evacuación final, encargándose Rodolfo Llopis de todas las gestiones para la organización y financiación del viaje. Cuando a las 23 horas del día 28 de marzo el capitán del “Stanbrook” ordena levantar las amarras, con rumbo desconocido para la mayoría de los pasajeros, el barco iba lleno hasta el palo mayor. En todos los lugares había alguien; en las bodegas, en el puente y sobre el techo de las cocinas y las máquinas; la línea de flotación estaba sumergida y se empezaba a levantar el ancla. Seguían llegando por miles los desesperados que no cesaban de gritar o llorar.
Con 2.638 pasajeros a bordo inició el “Stanbrook” una singladura con rumbo a Orán, navegando en zig-zag por encima de la línea de flotación. De ellos, 2.240 eran hombres y 398, mujeres; 147 eran niños, de los cuales 15 no habían cumplido el primer año de edad, y de entre éstos, algunos eran recién nacidos.
El barco arribó a Orán el 30 de marzo de 1939 y quedó anclado a la entrada del puerto sin poder atracar en los muelles hasta el 6 de abril, día en que amarró en el muelle Ravín Blanc. Allí empezó para muchos un largo exilio, más de 2.600 personas consiguieron escapar, hacinadas, en el mítico “Stanbrook”.
Ramon Valls como otro muchos de estos exiliados pudieron abandonar Argelia, tras muchas penurias, y establecerse en el Marruecos francés, concretamente en Casablanca, donde organizan una resistencia a Franco, con la creación de la denominada Unión Nacional Antifascista (U.N.A.).
Estudian la posibilidad de restituir en Tánger, como cabeza de lanzadera para después pasar a Ceuta. La resistencia en Tánger entra en contacto con estos exiliados en Casablanca y le piden que necesitan a un delegado para su apoyo, ya que están muy vigilados.
El 10 de agosto de 1941 se desplaza a Tánger José Congost Plá. Este realizó el viaje en ferrocarril, escondido en un cajón y protegido por el jefe de estación, Leopoldo Serdán.
Una vez en la ciudad internacional, se reúne con la resistencia que trabaja en la ciudad y estudian la posibilidad de que Tánger sirva de plataforma para otras ciudades. Comienzan a recibir desde Casablanca el boletín Reconquista de España, que lo adaptarían con el nombre de Liberación de España, escrito a máquina, y lo reparten por la ciudad.
Como el trabajo de captación va en aumento, el recién llegado José Congost requiere nuevamente de Casablanca el envío de otro delegado más y a los pocos meses llegó por el mismo conducto Antonio Réinales Metola, este tiene en sus planes inmediatos el trabajo de reorganizar las Juventudes Socialistas Unificadas. Al cabo de algunos meses formó un comité, integrado por Amalia Guerrero Lemos, secretaría general; Sebastián Mesa Mefre, secretario de propaganda; León Azulay Cohen, secretario de organización, y los vocales Jacob Cuby y Rubén Bengio. En septiembre de 1941 se envían dos nuevos dirigentes desde Casablanca, Adelo Aguado Hidalgo y el padre de Odessa, Ramón Valls Figuerola; éstos asumen mayores y más amplias atribuciones y, sobre todo, el propósito de abrirse camino hacia Ceuta y el Protectorado. Congost Plá, jefe del comité en Tánger, viaja por varias ciudades del Protectorado y consigue los apoyos de Antonio Gómez Rocober y Ramón Peña en Larache; meses más tarde se desplazó a Tetuán y Ceuta.
En 1942: Resistencia antifascista en Ceuta
El padre de Odessa, Ramon Valls, junto a sus compañeros Antonio Reinares y José Congost intentan crear en Ceuta una resistencia a la dictadura, se desplazan desde Tánger en 1942, y se entrevistaron con Demetrio Valentín, quien sirve de enlace para hablar con Pedro Rodríguez, dirigente socialista quien hacía pocos meses quedó en libertad tras cumplir condena en la fortaleza del monte Hacho. Celebraron varias reuniones, asistiendo también el secretario del PSOE en Ceuta, Juan Traverso, y los cenetistas Agustín Álvarez y López Infante.
Debido a los nuevos proyectos de la resistencia a la dictadura y con el fin de recibir noticias del Comité Central deciden que el dirigente recién llegado desde Casablanca, Adelo Aguado, viaje a Madrid para mantener algunas reuniones y obtener más información. Celebró varias reuniones en la capital, pero mientras se encontraba reunido con miembros del comité peninsular fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol. Tras duros interrogatorios se le acusó de “atentar contra la seguridad del Estado y fomentar la organización de partidos políticos”.
Tras un consejo de guerra sumarísimo, fue ejecutado a garrote vil el 28 de mayo de 1942 en Madrid. La detención de Adelo Aguado origina que las autoridades franquistas comiencen a encarcelar a los demás miembros de las células en Ceuta, en la ciudad internacional de Tánger y las del Protectorado, Tetuán y Larache.
Según consta en el consejo de guerra son noventa y uno los detenidos. Todos son enviados a Ceuta, los hombres a la fortaleza del Hacho y las mujeres a la prisión del Sarchal. Se celebró el consejo en el cuartel de Sanidad, habilitándose una gran sala especial, comenzando el 9 de marzo de 1944. Después de siete días de vistas y declaraciones se aprobaron las múltiples condenas, destacando las penas de muerte a los alicantinos, José Congost Plá, Antonio Reinares Metola y al padre de Odessa, Ramón Valls, acusándoles de un delito contra la seguridad del Estado. El 18 de agosto de 1944, a la siete de la mañana, fueron ejecutados en los muros de la fortaleza del Monte Hacho.