En qué momento decide un medio de comunicación serio abandonar toda justicia, y entregarse a la indolente condición del ignorante? Nunca lo sabremos.
Me refiero a la ingesta de titulares que hemos vivido esta semana del tipo: “Un esquizofrénico amenaza por carta a tal política”.
Evidentemente, no tengo fundamentos para indicar como se tiene que hacer política, por lo que voy a ceñirme a la técnica informativa, y a cómo debe afrontarse la recuperación de una persona con esquizofrenia. Esto da lugar a dos razonamientos.
Primero. El jurista romano, Ulpiano, fue uno de los primeros en establecer el alcance de la inocencia, y dictó: “Nadie puede ser condenado por sospecha, porque es mejor que se deje impune un delito de un culpable que condenar a un inocente”.
De esta manera, al identificar un hecho individual, y reprochable, con un determinado diagnóstico, estamos condenando, señalando, estigmatizando, a todos los de su clase. El titular está cortando de raíz los sueños de inclusión y de progreso vital de un colectivo de 300.000 personas en España. Generalizar, nunca; lo dijimos en nuestra guía de asistencia a medios de comunicación.
Segundo. No hay que dar por buena la relación causa efecto entre un diagnóstico de esquizofrenia y una actitud violenta.
Según el manual DSM 5, libro de consulta de los profesionales de la salud mental, se puede atribuir el diagnóstico de esquizofrenia si concurren de manera persistente, al menos dos de estos cinco signos: ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, aplanamiento de la afectividad, y apatía considerable.
Como vemos, en ningún momento, la agresividad de una persona puede llevarnos a la conclusión de que sufre este tipo de trastorno mental. Lamentablemente, la violencia es un comportamiento asocial que trasciende la existencia o no de un trastorno mental.
En cualquier caso, es mi testimonio vital que los síntomas no son una razón matemática, y uno se puede recuperar con medicamentos y con un entrenamiento de habilidades cognitivas. Se trata de diversificar y enriquecer la experiencia mental.
Sin embargo, cuando el esperpento parecía consumado, la ceremonia de la confusión llegó al éxtasis, y un informativo de la Sexta hizo un salutífero ejercicio de investigación: “La salud mental en el banquillo; repasamos algunos de los crímenes cuyos autores fueron diagnosticados con algún trastorno mental”.
Me comenta mi amigo Andrés, de Asturias, que estuvo llorando por la tarde, y no es para menos. Estamos haciendo una callada labor de sensibilización con pocos medios, llegando a auditorios muy limitados, y no podemos competir con titulares que consumen miles de receptores en pocos minutos.
Yo, sin ir más lejos, estuve el martes en la facultad de Educación Social, llevando la buena nueva que hasta las ideas más delirantes son un evento natural. Todo esto tiene solución si es que nos proponemos sacar lo mejor que tenemos en los adentros.
Seguiremos en la lucha, hasta que logremos vernos con los ojos del corazón.
Los titulares aparecidos son nulos de pleno derecho.