Viene aquí esta letanía de gratitud para hacer ver que el ejercicio de la generosidad nos acerca al plano celestial, por cosa dotada de gran belleza y justicia.
Cuando el destino se manifiesta, y nos enseña las cartas, de poco sirve la suerte del jugador. Así, muchas personas nacen a la vida bajo el signo de la dificultad; necesitan una ayuda, un punto de apoyo.
Quiero pensar en el colectivo al que represento, el de las personas con discapacidad psicosocial. Una alteración en las habilidades cognitivas, o una merma en la velocidad de respuesta, podrían suponer una exclusión de esta sociedad híper competitiva y exigente, una barrera insalvable, a no ser por el establecimiento de estructuras correctoras. En Acefep, queremos hacer bien este papel.
Sigo diciendo que, en puridad, toda persona que ha llegado a desarrollar un proyecto de vida en plenitud ha sido debido a su vocación y esfuerzo, pero también a que su familia y la sociedad le brindaron una oportunidad.
Es mi lógica que todo el mundo tenga acceso a una oportunidad, ya que, al contrario, la condición humana carecería de esencia. La oportunidad debe ser adaptada a las capacidades de cada persona, y hay que extender que el esfuerzo es una actitud necesaria.
En el concurso de la libre competencia unos llegarán a mejores fortunas (son ángeles dadores), pero sería caer en la soberbia olvidarnos de los que no obtuvieron esa suerte (ángeles deudores).
En Acefep queremos dar las gracias por la magnífica acogida que ha tenido nuestro producto: una bandeja de desayuno para el día del padre (ahora estamos preparando el día de la madre; prestad atención a nuestras redes sociales).
Cada vez que alguien adquiere uno de estos regalos nos crecen las alas. No hay labor pequeña, ya que magia hay en las manos, así que nosotros aceptamos las aportaciones y, a cambio, ofrecemos nuestro esfuerzo de superación. ¿Quién de los dos es el que ofrece más?
La pandemia nos ha dejado sin la Gala Benéfica, y ahora tenemos que ingeniárnosla para alargar nuestros programas.
Siempre que recibimos algo nos convertimos en ángeles deudores, y es al saldar esa deuda, cuando el ciclo de la generosidad cobra vida inmortal.
La generosidad es un ser dotado de memoria, así que nos sumamos a ese dicho popular que dice: “Hoy por ti, mañana por mí”. Recordad que nadie está libre de sufrir un revés.