Esta propuesta que podemos encontrar de reciente estreno en las plataformas de Movistar+ y Filmin pone el ojo en un colectivo muy numeroso y enormemente olvidado por la sociedad que no está directamente relacionada, por lo general, familiares y similares.
No soy de los que piensan que la culpa de que no levantemos cabeza la tenga un año u otro en concreto, que a fin de cuentas no es más que una cifra numérica en un calendario que alguien en algún momento se puso de acuerdo con otro alguien para instaurar y bien podríamos medir el tiempo transcurrido de otra forma bien diferente. Pero el caso es que no podemos negar que de la rachita que llevamos en general toda la sociedad, no se libra y por partida doble la parte cinéfila de la misma.
Y es que hace pocos días, el pasado 31 de octubre, ha fallecido Sean Connery, Sir Sean Connery, licencia para seducir, a la edad de 90 años en su residencia de Bahamas. Llevaba retirado desde 2003 y en los últimos tiempos había reducido casi a cero sus apariciones públicas y su avanzada edad le había pasado factura. Su publicista Nancy Seltzer aseguró que se organizará una ceremonia privada para despedirle y un homenaje en su memoria “cuando el coronavirus haya terminado”.
Mayoritariamente aclamado como el mejor agente 007 que pasó por la pantalla (desde luego el más glamuroso), Connery fue un icono más allá del personaje; la revista People le eligió en 1999 como “el hombre más sexy del siglo”, a la edad de 59 años, pocos pueden permitírselo, y sumó tras la saga un éxito de taquilla tras otro casi sin parar. “Me pidieron que hiciera otra película de James Bond, y dije que no, porque estaba harto del personaje. Pero luego me di cuenta de que sería una buena idea dedicar catorce semanas de trabajo a Diamantes para la eternidad a cambio de que el millón de dólares del contrato fuera directamente a la fundación”, explicaba el propio actor en un documental sobre su vida realizado por la BBC. Con esta película batió un récord Guinness: ser el actor mejor pagado por un solo filme. El escocés se embolsó lo que serían ahora unos 40 millones de dólares o unos 35,2 millones de euros que destinó íntegros a su fundación, Scottish International Educational Trust, que apoya la educación de niños con pocos recursos. Entre su nutrida filmografía tenemos ya clásicos como Asesinato en el Orient Express (1974), El hombre que pudo reinar (1975), Robin y Marian (1976), El nombre de la rosa (1987), Indiana Jones y la última cruzada (1989), La caza del Octubre Rojo (1990), entre otros muchos, muchísimos grandes éxitos…
Tenía su piel marcada por dos tatuajes de su época militar, que nunca quiso borrar y que se convirtieron en referentes de vida: “Mum and Dad” (Mamá y Papá) y “Scotland Forever” (Escocia Siempre).
El mítico intérprete escocés (escocer también escoció que aceptara el título de “Sir” por parte de Isabel II, porque siempre se reconoció simpatizante del movimiento independentista) encarnó a James Bond en siete películas entre 1962 y 1983 y ganó dos premios Bafta, tres Globos de oro, y también ese Oscar a mejor intérprete de reparto por Los intocables de Eliot Ness (1987), película de Brian de Palma con compañeros de reparto como Kevin Kostner o Andy García. Como decía una frase de la célebre película que le valió semejante reconocimiento, más que tocado, ha quedado “tocable” el mundo del cine tras la desaparición de uno de los muy grandes.