La Fiesta del Sacrificio, que es la más importante del calendario musulmán y que se celebra dentro de una semana (en Marruecos, así como en Ceuta, será el próximo 31 de julio) será permitida por el Gobierno marroquí pese a las restricciones impuestas por el coronavirus, pero las mezquitas estarán cerradas para el rezo de esta festividad.
El ministerio de Asuntos Islámicos ha advertido de que "la prevención contra el coronavirus no permite celebrar la plegaria de la Fiesta del Sacrificio en los oratorios ni las mezquitas, sino que puede hacerse en las casas, pues el sermón no es una condición".
De este modo, el Gobierno sigue poniendo algunas limitaciones a esta fiesta, que supone movimientos masivos de población en todo Marruecos y grandes reuniones familiares, pero sin llegar a anular los festejos, como en algunos momentos se especuló y como ha pasado en Ceuta.
La fiesta se celebrará en Marruecos el viernes 31: ese día, los cabezas de familia degüellan y descuartizan un carnero macho que suele prepararse y comerse en los días sucesivos, aunque lo más habitual es que el sacrificio sea subarrendado a un matarife.
Dentro de las limitaciones impuestas por el coronavirus, el Gobierno ha obligado este año que los matarifes tengan una autorización expresa del Ministerio del Interior, y que se sometan a un test PCR antes de comenzar su faena.
También las mezquitas, cerradas durante cuatro meses, han sido reabiertas con restricciones: así, permanecen cerradas en la oración más importante de la semana, la del viernes, y el resto de los días abren con limitación al 50% de su capacidad. Sin embargo, estos días, en la fiesta más importante para la comunidad musulmana, permanecerán cerradas para mantener así la prevención ante la enfermedad.
Marruecos mantiene relativamente controlada la pandemia, y hasta este viernes había registrado 18.264 casos, de los que 292 han fallecido y 15.872 se han curado.