Hay muchas maneras de incumplir la orden de no salir de casa ordenada por el Gobierno. Pero sorprende que se esté produciendo a la vista de todos y la Administración competente sea incapaz de dar una solución. Es lo que está pasando en Ceuta con los marroquíes atrapados, con los trabajadores transfronterizos que llevan una semana en una ciudad en la que no quieren estar. Carentes de recursos, están viviendo de la caridad y duermen con la única compañía del frío y de la lluvia en plena explanada del Chorrillo.
En la noche del lunes se produjo un episodio esperpéntico cuando se pretendió el ingreso de todos ellos, unos 60, en la antigua prisión de Los Rosales. Fueron escoltados por la Policía pero nadie abrió sus puertas, así que volvieron de nuevo a la explanada en donde ellos mismos han habilitado dos campamentos en donde dormir y comer.
El hecho es que se han convertido en una peonza, dando vueltas por la ciudad sin que sean confinados en un punto en donde puedan cumplir la cuarentena como han ordenado las autoridades sanitarias. Ellos solo quieren volver a su país, no quieren estar en Ceuta. Los que tenían vehículo pudieron marchar a la Península con billete gratuito, pero los que son residentes en Marruecos y habían venido a trabajar a Ceuta solo quieren regresar a su propio país en donde ya se han impuesto medidas restrictivas importantes.
El problema no es solo de no cumplimiento de las normas impuestas por el Gobierno en todo el territorio nacional sino de que se está ante un problema de salud pública que repercute directamente a todas estas personas, entre las que hay mayores, hombres y mujeres sin atención alguna más allá de la prestada por las oenegés y voluntarios de las barriadas. Esta madrugada les repartieron mantas para poder protegerse del frío y se resguardan en los chiringuitos de la zona cuyos responsables ya han mostrado sus quejas.
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