Conocí a Serafín Becerra a los dos años de llegar a Ceuta como funcionario del Cuerpo Superior de Policía allá por año 1976. Él, empresario propietario de un restaurante y la tan conocida discoteca La Cueva. Debías tener cuidado al estrechar su mano porque corrías riesgo de fractura por su fuerza y entusiasmo al saludar. Hombre luchador por sus negocios y su amplia familia, honesto, trabajador, sincero, buen amigo y gran luchador por la ciudad que le acogió cuando llegó.
Ejerció como concejal en el Ayuntamiento y posteriormente fue elegido senador por Ceuta por el partido de UCD, fue senador constituyente y siempre recordaré su incansable lucha por los intereses de Ceuta y de los ceutíes. Hombre de honor que supo llevar a la capital las inquietudes y necesidades de nuestro pueblo.
Hace unos años presenté ante la Consejería de Cultura un escrito solicitando se le concediera el nombre de una calle a fin de perpetuar en el tiempo la memoria de quien tanto luchó y tanto dio a la ciudad. Se inició el expediente y se decidió por los técnicos que fuera la carretera de San Antonio que da acceso al Monte Hacho y que tantas veces había transitado. El expediente siguió su curso, pero a día de hoy nada se sabe de su resolución.
Desde este medio quiero solicitar al presidente Vivas y su gobierno que se rescate el expediente y seamos agradecidos con quien hizo tanto por Ceuta y a la que dedicó tantos esfuerzos por lograr lo mejor para sus ciudadanos. Gracias por todo Serafín y que pronto podamos subir al Monte Hacho por la calle Serafín Becerra.
Serafín, muy amigos de sus amigos y de Ceuta.
Esto habría ni pensarlo, ya debería tener una calle en la zoan de San Antonio, mas enconcreto en la subida a San Antonio.
Un abrazo amigo Serafín
Angel, muchas gracias por recordarselo a Juan Vivas, se que lo ecordará muy bien, pero que saque esa documentación el cajón y de nombre a C/Serafín Becerra
Conocí a Serafín recién llegado a Ceuta y tengo el recuerdo de aquel marinero del Victoria, gemelo del virgen de África y compañero de mi tío Pepe en el mismo, luciendo en su ancha espalda el rótulo de la compañía El Cano, visite su primer domicilio en la desaparecida calle que salía del callejón del asilo a la plazoleta y posteriormente fuimos vecino en la calle larga tras su boda con la hija de Mari y posterior sede de la federación de boxeo su gran afición, años después a mi regreso de mis estudios en Madrid pude comprobar el gran progreso de aquel marino que nos llego del levante y se convirtió en un caballa ilustre.