Agentes de la Guardia Civil encontraron en la tarde de ayer una mochila cargada de droga que había sido abandonada justo antes del paso por el control peatonal, en plena frontera del Tarajal. En su interior había 1,8 kilos de hachís y 1,5 de kifi. La mercancía fue dejada por alguna persona que evitó así cruzar el control del escáner que controla la Benemérita para registrar los bolsos.
La intervención se salda como un hallazgo al no haber detenidos, cosa diferente a otro servicio que, casi a la misma hora, realizaban los agentes de la Compañía Fiscal que detuvieron al conductor de una motocicleta que pretendía embarcar con destino a la Península escondiendo casi dos kilos de hachís en distintos huecos. De carecer de antecedentes evitará la entrada en prisión. De momento los agentes procedieron a su arresto por un delito contra la salud pública, interviniendo además la motocicleta que conducía.
Los decomisos de narcóticos en el puerto y en la frontera han ido en aumento en los últimos meses, fiel reflejo de la presión mayor sobre las narcolanchas que obliga a derivar la salida de mercancía por la vía terrestre. Esto explica no solo el incremento de decomisos sino también los riesgos que asumen estos últimos eslabones de la cadena del narcotráfico para pasar hachís en grandes cantidades por la frontera. Histórica fue la interceptación de casi 700 kilos de esta droga en un coche, cuyo conductor sigue fugado. Como también el intento, solo unos días más tarde, de pase de otros 400 en una furgoneta que en esa ocasión fue abortada por los agentes marroquíes y los canes antidroga de los que disponen.
Destacan además las intervenciones de vehículos en el puerto con grandes cantidades de hachís escondidas, además de los que introducen la droga adosada a sus cuerpos.