Por muchos sistemas tecnológicos que se inventen, muchas cámaras y medios, no hay nada como la pericia y experiencia de un guardia civil para evitar que un pasador de droga se salga con la suya. Eso es lo que ocurrió en la madrugada del lunes cuando un hombre pretendía introducir más de un millón de euros en droga por la frontera del Tarajal. ¿De qué manera? Forrando cada detalle de su coche de bloques de esta droga para así cruzar el paso fronterizo de madrugada, pensando erróneamente que el control sería menor o que el agente de turno no se daría cuenta de lo que escondía: 664 kilos de hachís.
Pero se equivocó de lleno. Topó con un agente al que, de entrada, le llamó la atención algunas características del vehículo, por eso le solicitó la documentación personal y del turismo a su conductor, que respondió ya de manera nerviosa. Su intuición no le falló, aunque pensaba que en vez de hachís ese coche podría ocultar personas. ¿Quién se atrevería a pasar de una forma tan sospechosa más de media tonelada de droga?
El conductor escapó pero la Guardia Civil sabe perfectamente quien es: tiene su documentación. Así que le quedan dos alternativas: o entregarse o que lo detengan. Su compinche, el otro hombre que le esperaba con su coche y que le recogió cuando huía de la Guardia Civil también está identificado y su cooperación puede transformarse en encubrimiento con el paso de las horas.
A la espera del desenlace final de este suceso, del que informó El Faro de Ceuta, quedan muchos interrogantes que resolver. ¿Cuál era el destino de esa droga?, ¿de ese millón de euros en hachís repartidos por todo el coche?, ¿a qué lugar de descarga se dirigía? Es evidente que se estaba abastecimiento un zulo y que se apostó por introducir uno de los mayores cargamentos de narcóticos que se han localizado en la frontera. No es normal esta forma de pase ni tampoco cómo pudo burlar los controles del lado marroquí, tan exhaustivos como están siendo para retirar cuatro bolsas de la compra procedentes de Ceuta pero incapaces de abortar la entrada de más de 600 kilos de hachís.
La frontera del Tarajal ha sido el escenario del trasvase de una droga arrebatada a las pequeñas redes dedicadas a introducir narcóticos en la Península procedentes de las plantaciones de Marruecos.
En la otra parte se alardea por medios de comunicación cuando pillan poca cantidad.