Algunos se refieren a ellos con una mera etiqueta. La de MENA. Menores Extranjeros No Acompañados. Ese es su significado. Un significado marcado por los prejuicios, por las connotaciones negativas, por las malas historias. Siempre malas. Si uno hace el esfuerzo de ir más allá, de romper con los estereotipos, puede toparse con chicos que solo aspiran a tener una oportunidad. Chicos que tienen metas en la vida, que se esfuerzan por conseguirlas. Chicos con nombres y apellidos.
Mostafa Fezaga, el corredor número 1
Mostafa, Souleymane, Abdelazid y Mustapha son solo cuatro ejemplos. Como ellos hay más. Los casos no son aislados. Entre los 451 menores acogidos en el centro de La Esperanza y a cargo del SAMU asoman muchas historias que pueden lucir solo con un poco de ayuda. Y a pesar de la falta de recursos y de la situación extrema que se vive, hay una plantilla de profesionales en el Área de Menores que se esfuerza en conseguirlo.
Mostafa Fezaga nació en Marruecos. Tiene 17 años y lleva en el centro de La Esperanza desde el pasado mes de junio. Está realizando un programa de formación de Auxiliar de Comercio y almacén impartido por Comisiones Obreras además de avanzar en el conocimiento del español, pero su gran sueño es triunfar en el atletismo. Un deporte que le ha llevado a participar en varias pruebas tanto en Ceuta como en la Península. Los trofeos que muestra orgulloso y que se guardan en el centro como un tesoro son la fiel muestra de que no se le da nada mal. Podría practicar otros deportes pero le gusta especialmente este porque, dice, le hace “encontrarse bien”.
Algunas pruebas, como la que recientemente se ha celebrado en Chiclana, requieren de mucho esfuerzo. Pero si algo tiene Mostafa es un interés enorme por triunfar en este deporte. “Algunas son muy difíciles”, reconoce. La afición por el deporte le viene desde que estaba en Marruecos: correr, hacer carreras en bicicleta... Cruzó la frontera con el ánimo de continuar su práctica. Ahora en Ceuta ya va acumulando medallas y trofeos que le han convertido en un número 1.
Correr y trabajar. Ese es el sueño de Mostafa, quien poco a poco va aprendiendo español. Correr, correr y trabajar de “mecánico de lanchas, de motos de agua…”. Su sonrisa es el reflejo de que tiene sueños, aspiraciones y ganas, muchas ganas.
Souleymane Bah, el arte del baile que cruzó fronteras
Souleymane Bah lleva el arte en las venas. Llegó a Ceuta en mayo de 2017, cuando siendo un adolescente abandonó su país, Guinea Conakry. Tiene 17 años. En 2014 su vida no era la de ahora. Ahí fue cuando decidió dejar su país y a su familia para subir a una embarcación y cruzar a Ceuta. Sus hermanos y hermanas quedaron en su tierra, aquella que le vio nacer y que dejó siendo un niño para, al menos, tener un futuro. Eso fue lo que le movió a abandonar Guinea Conakry.
Está realizando un curso de FP Básica de Cocina y Restauración en el IES Almina, además lleva ya dos formándose en la Academia de Baile de María José Lesmes. Desde pequeño a Souleymane le ha gustado bailar. Algo que no pasó desapercibido en el centro de menores, cuyo personal le brindó la oportunidad de seguir formándose en esta academia.
“Hago baile desde hace tres años en la academia Lesmes. Me gusta mucho bailar, me encanta. Tengo compañeros, amigos muy simpáticos. Ya he actuado dos veces en la plaza de los Reyes, en el Revellín y Algeciras. Después del baile y de cocinar, me gusta la moda, me gustaría ser modelo o actuar, me encanta”.
El trabajo y el esfuerzo son claves para conseguir las metas. Souleymane lo tiene claro y lanza un mensaje a otros compañeros que, como él, han llegado o llegarán a Ceuta como protagonistas de una inmigración infantil que también existe.
“Tienen que tener coraje, ser valientes, no es fácil pero hay que intentarlo, si decides ser algo puedes serlo, tienes que esforzarte y decir que puedes hacerlo”.
Abdelazid Lamiari, todo un deportista
Abdelazid Lamiari tiene 15 años. Llegó al centro de menores el pasado noviembre. Lleva dos meses escasos en Ceuta pero desde el principio demostró su empeño en formarse y en practicar una disciplina que le encanta: Kick Boxing. Recientemente se ha incorporado al Aula de Inmersión Lingüística impartida en ‘La Esperanza’ por la Asociación Digmun. El Spartan Gym se ha convertido en el lugar en donde poder desarrollar este deporte junto a más compañeros. Él es uno más. Desde Marruecos venía con ganas de seguir esforzándose en este tipo de combate en el que priman los valores y el respeto y que ha practicado desde muy pequeño. “Tengo 11 años de entrenamiento”, explica.
Abdelazid tiene familia en la Península, en concreto en Barcelona. Con el tiempo le gustaría estar con ellos, integrarse y avanzar. Entre sus objetivos tiene seguir formándose para conseguirlo. Y sí, tiene claro lo que quiere estudiar: “Matemáticas”.
Mustapha Aghaylan, con los colores del ‘Sporting de Ceuta’
Mustapha Aghaylan tiene 17 años y lleva en el centro desde julio de 2015. Actualmente no acude a ningún curso formativo después de haber hecho el de peluquería. Practica lo que se le da mejor: el fútbol. Defiende los colores, con garra y mucha puntería, del Club Sporting. Los de Fuad Harrus lo ficharon tras verle entrenar junto a la AD Ceuta. “Ellos me llamaron”.
Mustapha sueña con tener un futuro en este deporte. No tiene más que palabras de agradecimiento por el apoyo que se le ha prestado desde que llegó cruzando Marruecos. Él, una pelota, la portería y el gol. Una combinación que pone en práctica con el Sporting. Jugar con ellos es “un placer, la verdad, la Liga Nacional y encima de titular, es algo bueno”.
Desde los 5 años juega al fútbol. Su hermano también y su padre era entrenador. Lo lleva en la sangre y eso se nota. Mustapha ha combinado este deporte con otros estudios, que ha tenido que aparcar porque lo va a dar todo por ser algo en este mundo tan competitivo.
“Estudiaba peluquería pero no podía seguir al darme la oportunidad de jugar con el Sporting, no podía entrenar y estudiar a la vez”.
En el Sporting es uno más. Tiene su círculo de amigos, chicos que como él comparten también sus sueños. Le ayudan, como también le han ayudado en el centro de La Esperanza. “Estoy muy contento, muchas gracias a todos que me ayudan. Gracias a Julio y Gonzalo que me ayudan mucho, estoy muy contento la verdad”.
1q84 y tu tocando las pelotas en el sofa, a ver si te llaman al próximo plan de empleo.
Y?