Según la Organización Mundial de la Salud, para el año 2030, la principal causa de discapacidad será la discapacidad psicosocial. Es grave, pero esta formulación es imperfecta, ya que falta su premisa fundamental. Su exactitud sería: “Si continuamos en la inacción…, el pronóstico será este”.
La necesidad de respuesta es incontestable por el volumen, ya que a estas horas, un millón de personas van y vienen por las unidades de salud mental como peregrinos de un futuro que se escapa como arena entre los dedos. La rigidez de sus rostros no augura gran esperanza. Lo veo. Allí, la autoestima ha que perdió su sentido.
Por otra parte, la sociedad de la información y de la competitividad impone sus reglas y su velocidad, dejando fuera de juego a aquellos que presentamos alguna dificultad en la resolución de problemas que genera la vida diaria.
Si a esto añadimos la percepción negativa que la masa social tiene sobre las personas con discapacidad psicosocial, comprenderemos la preocupación de mi colectivo por conformar una conciencia colectiva que proponga la salud mental como un referente positivo.
Partimos de un escenario confuso, donde los prejuicios y los falsos mitos prevalecen sobre una información reveladora. La falta de elementos de juicio paraliza la imagen sobre salud mental, y lo peor es que las personas afectadas terminan creyéndose sus propias limitaciones y se aíslan, haciéndose muy difícil la evolución.
El enemigo ha despertado y se llama estigma. La negación de nuestra individualidad debe ser respondida con el despertar de la conciencia colectiva.
Para ello es necesario cuestionarse la propia esencia del ser humano. ¿Es el ser del hombre el egoísmo y la exclusión? O por el contrario ¿es la generosidad y la ayuda?
La solución a esta encrucijada marcará el devenir del ser humano, y hará que el futuro nos abra las puertas.
Las personas con problemas de salud mental estamos dispuestas a recorrer el camino del empoderamiento, a participar, a conocer, a tomar decisiones; pero al otro lado debe haber una sociedad receptiva y consciente, que tenga la comprensión entre sus propiedades.
En el principio, la comprensión será un espacio pequeño, casi simbólico. Sin embargo, si vamos sumando voluntades la sociedad abrirá los ojos y ya nadie será menos que nadie.