En tres días entraremos en la disputa de lo que es simplemente un partido de fútbol y que algunos cientos de miles quieren desbaratar apoyados en una sentencia, en unos dirigentes supuestamente bipolares y en unas fuerzas de seguridad catalanas que no suman más de tres mil, ante un grupo de obstruidos que superan ya los veinticinco mil. La proporción se ajusta y va en consonancia a lo que hemos observado con los altercados que se vienen sucediendo en Barcelona, donde los destrozos, las agresiones a los policías autóctonos y el beneplácito de sus autoridades, ha sido una constante en este batiburrillo de idioteces.
El partido que, como todos saben, hubo de ser cambiado de fecha por el miedo, ¡sí, miedo!, a que estos energúmenos de Tsunami Democratic volvieran a las andadas y reventaran el duelo, puede ocasionar lo que en su momento era una posibilidad. En definitiva, que estos cuáqueros vencen a los que deciden cuando y como se han de enfrentar los dos mejores equipos de España. Parece ser que la Policía, la española está considerada como una de las mejores de Europa, parece que no tiene la consideración y debe no contar con la suficiente consistencia para parar y controlar las acometidas que, por muchos que sean estos paniaguados, no tienen los medios y las agallas de enfrentarse a nuestras fuerzas de seguridad. Claro, si los que mandan consideran que su presencia no es necesaria, los directivos del Real Madrid, para no poner en peligro la integridad de sus jugadores, deberían exigir a los directivos Catalanes y a las Autoridades que la seguridad puede brillar por su ausencia, y que si no se toman medidas que aseguren lo expresado, en un campo que no tiene vallas, donde cualquiera puede saltar al césped e iniciar una guerrilla que, seguramente, pondrá en peligro a los jugadores madridistas y también a los azulgranas, las cosas pueden derivar a males mayores. Por otro lado, el acceso del equipo blanco al “Nou Camp” puede significar otra dificultad a tener en cuenta. No sería la primera vez que, muchos equipos, cuando se acercaban a los estadios, han sido apedreados e incluso con algún artefacto explosivo, como así le ocurrió al exbarcelonista Marc Bartra cuando jugaba en el Borussia de Dortmund, en la liga alemana. Si como aseguran algunos medios, son veinticinco mil Tsunamis los que se han apuntado a liarla en este clásico, lo harán a lo largo del recorrido que lleva desde su entrada a Barcelona hasta el estadio barcelonista, con el peligro ya expresado y debe ser muy tenido en cuenta.
Es de suponer que estos hechos amenazantes estarán siendo sopesados por los directivos, Federación y Grupos de Seguridad, aunque habrá que dirimir si solo será controlado por los Mossos de Escuadra o a ellos se les sumarán la Guardia Civil y Policía Nacional. Es posible que, aunque no es creíble, al final el partido se desarrolle con total normalidad y que solo se altere si el vencedor es el Real Madrid. Los dos equipos se encuentran en una fase donde ganar y perder es una constante pero, el factor campo, deberá influir en el resultado final.
Aunque es un clásico y los dos equipos son grandes, seguramente no lo veré. Desde hace años, decidí no ver ningún partido del Barcelona, y casi de, igual manera, tampoco del Real Madrid. Me gusta más el Real Madrid-Castilla, el Ceuta y el fútbol auténtico: “El de regional y juvenil”, donde se juega por la ilusión y sin dinero por medio.