Frikman, La Perla, Mazal, Anceis, Mi Toñi, Snoopy, Kalinka, Javier. Ocho nombres de ocho barcos que ya no son de nadie, que sólo esperan su irrevocable destrucción.
El problema es que algunos, como el Mazal, llevan dos años esperando el momento en el que Autoridad Portuaria se haga cargo de cumplir con la Ley de Residuos Sólidos y Urbanos.
La última destrucción de barcos sucedió en el año 2008, en el que más de diez embarcaciones fueron desguazadas. El problema de estas estructuras flotantes, a diferencia de los vehículos, es que tienen componentes contaminantes y hace falta una empresa especializada en la materia. Según explicaron desde Autoridad Portuaria,en estos casos se espera a que exista un lote de varias embarcaciones para ahorrar costes.
Unos costes que repercuten negativamente en la economía de la empresa que gestiona el Puerto Deportivo. En cuanto se detectan indicios de que un barco puede estar abandonado, se saca del agua y se instala en seco, donde permanece mientras se soluciona el expediente de abandono, un trámite que tarda entre 7 y 8 meses. Tener un día el barco en estas instalaciones cuesta, a quienes deciden pagarlo puntualmente, 4,8 euros diarios. Se trata de gente con barcas pequeñas, sin bomba de achique, que en invierno, en previsión de que se puedan hundir a causa de un temporal, son sacadas del agua.
Además de las ocho embarcaciones en el Puerto Deportivo cuyo expediente ya ha sido finalizado y están a la espera de destrucción, existen otros cuatro barcos en la ampliación de Poniente cuyo destino será el mismo, antes o después.
Además, en las propias instalaciones del Puerto Deportivo, existen alrededor de quince barcos que están abandonados. Eso sí, el proceso lleva su tiempo. Según indicaron desde Mahersa, la entidad concesionaria de la gestión de estas instalaciones, se espera a que el propietario no atienda al pago de dos facturas. Puesto que los pagos son semestrales, a los seis meses y un día se intenta contactar con el dueño de la embarcación. Si no se logra este punto o si se logra pero no hay respuesta, se manda el requerimiento a Autoridad Portuaria, que inicia el expediente. Entonces, Capitanía Marítima tiene que ver en el registro de buques quién es el propietario, e igualmente se intenta contactar con el propietario a través de un método certificado: un burofax, correo certificado, o la publicación en el Boletín Oficial del Estado. Si ni aun así responde, el barco se considerará por fin abandonado y tendrá que enfrentarse a su destrucción.
Según indicaron desde Mahersa, los motivos pueden ser varios. Uno de ellos, como el del Mazal, es que su propietario falleció y después nadie se ha podido hacer cargo. En otros casos, por ejemplo, de un día para otro el dueño desapareció y, aunque no se puede confirmar, las sospechas apuntan a casos de cárcel.