Juan José Aguirre, galardonado con el decimoséptimo Premio Convivencia, ha impartido en la tarde de este viernes una conferencia en la Biblioteca Pública de Ceuta, donde ha relatado la realidad de su experiencia en la República Centroafricana durante los más de 40 años que lleva de misionero allí.
Ha agradecido al pueblo de Ceuta la acogida durante su estancia en la ciudad y ha manifestado su alegría de poder hablar en nombre de todos los que no tienen voz, las personas a las que ha dedicado su vida durante las misiones y que viven a diario situaciones de injusticia, persecución, robos y violencia.
Ha explicado su experiencia, con detalles y fotografías desde que llegó con 28 a un pequeño pueblo que estaba a siete días en coche de el primer teléfono o de cualquier contacto con la civilización occidental como la conocemos.
Experiencias duras vividas en primera persona, siendo testigo de asesinatos entre hermanos y vecinos a causa de las guerras que han provocado los intereses económicos por la explotación de minerales como el coltán, un potente conductor que se utiliza para la fabricación de tecnología, drones y fusiles. De esta manera, según ha contado, quien controle el coltán será quien controle la guerra.
Uno de los ataques que ha nombrado que vivió con mayor crudeza fue el que aconteció el 13 de mayo de 2017, cuando una agrupación de la milicia anti-balaka, que ataca a musulmanes, entró en Bengassou para disparar a sangre fría a hombres, mujeres y niños que se encontraban dentro y en las inmediaciones de una mezquita. Los anti-balaka son jóvenes “menores de 20 años” que piensan que las balas “van a rebotarles del cuerpo”.
La actuación de este obispo dejó boquiabierto a todo el que le estaba escuchando: se encerró con 2.000 musulmanes durante días en la mezquita actuando de escudo humano. “Cuando me veían con la sotana en la puerta, dejaban de disparar, y así permanecimos el tiempo suficiente hasta que logramos salvarles”, mentó Aguirre con naturalidad al añadir que apenas tuvo 30 segundos para decidir qué hacer con todas esas personas.
Una narración a la que ha asistido un importante grupo de personas, que no han querido perderse las vivencias de Juan José Aguirre, quien ya ofreció unas pinceladas de su historia anoche en el Revellín tras recoger el premio.