Se abren las puertas de los colegios otro nuevo curso académico influenciado por diversas dificultades coyunturales o no, dejémoslo si me permite para otro capítulo, bastante tenemos con las noticias que acaecen y pueden atormentar e indignar nuestra vida dependiendo del perfil psicológico de la persona en cuestión.
Retomando la vigorosa idea inicial, otro periplo escolar acaba de nacer, esta situación me recuerda a aquel filósofo que tenía Nietzsche por apellido, decía que sería recomendable que vivamos en un eterno retorno, pues así es la educación.
Los benjamines de la casa afrontan una situación que cambia el hábito de ellos y de sus tutores legales. Llegan a un habitáculo diferente, alejado del regazo de su madre pero con la ilusión de conocer, de experimentar situaciones diversas, en fin intentan hacerse maduros.
Rememoro mis inicios en el Colegio Severo Ochoa en el que me sentía contento, inquieto, capaz, eso me cuentan mis padres ya que yo aún estaba aterrizando en este paraje terrenal.
Quién no recuerda, yo con mucha deferencia, ese mítico libro de lectura llamado Paláu, que tantos quebraderos de cabeza nos daba puesto que, si la lección no estaba bien preparada debía repetirla al día siguiente.
Actos enternecedores que uno añora pero que ya no vuelven, forman parte del pasado, quedan atrapados en un lugar del cerebro a la espera de refrescar en algunas ocasiones, ésta una de ellas.
No obstante, tenemos que estar agradecidos por la formación que recibimos puesto que es cuna de grandes proyectos. Podríamos buscar fórmulas para la mejora de la educación porque hay escollos que no están perfilados, por ejemplo aquellos jóvenes que por múltiples circunstancias no rinden de una forma adecuada y que crea una carencia en su desarrollo academicista.
Por un lado, es certero que el número de estas personas supone una ínfima parte de la masa estudiantil pero no es óbice para que estén desatendidos y no puedan cumplir sus sueños.
Afortunadamente en el siglo en el que vivimos las deficiencias se pueden llegar a subsanar siempre y cuando haya voluntad.
Bro borra eso ,es mi maleta
Acaso tu maleta tiene copyright?
En el Ortega y Gasset, son todo corrupción, no tengo apenas ningún recuerdo bueno, en el siete colinas un instituto lleno de corrupción y con malas organizaciones en el que mi único buen recuerdo son los amigos que conseguí en el curso 2017/18 y QUE ME VOY DEL SIETE ESTE AÑO AJSJSJSJAJJSJSJA Grande Palenzuela.
Este artículo me ha traído a la memoria mis buenos recuerdos en mi antiguo colegio el Ortega y Gasset , como pasa el tiempo.
Muchas gracias, en parte eso intenté, que se apreciara el tiempo en la escuela el cuál ya no vuelve.
Yo no tengo buenos recuerdos de las Adoratrices, la mayoría son malos. Pero el artículo te hace recordar los buenos.
Siga así señor Palenzuela , me encantan sus publicaciones ??????
Olee y ole!!, que gran verdad ??