Juan es un hombre mayor, de unos ochenta y tantos años de edad. Es muy lúcido y raro de prodigarse en hablar como empezó conmigo. Yo creo que fue el producto de escuchar mi relato de cataplexia que le leí a un buen amigo mío en la sala de juegos del Casino Militar. Por este motivo el se acercó y me empezó a decir: A mí me gusta mucho componer algunos poemas pero sin métrica por medio. Sino que suenen bien. Te voy a recitar uno que hace poco se lo estuve diciendo a mi nieta Paola. Dice así: Cuando fui a visitarte por primera vez a tu casa me esperaba que fueras muy fea. Ya que mi hijo el pobre no está bien dotado de guapura. Sin embargo al verte con esa carita tan angelical me entró ganas de cogerte y comerte a besos. Eres el ser humano femenino más bello que he visto jamás. Te pareces a mi tía Angelines, que era una princesa salida de un cuento de hadas. Vivan esos genes que han hecho esa maravilla tan chiquita pero perfecta. Te has dado cuenta que aunque no es poesía pero es una prosa muy bella para otra belleza como es mi niña y nieta a la vez.
Y me contó todo lo relatado en el artículo anterior. Me siguió la crónica añadiéndome que su madre le visitó en el hospital y aunque no sabía cómo decírselo, le largó de buenas a primeras: Mamá, tu conoces a un hombre que se llama Mariano. Es muy huesudo. Alto y viste muy bien. Al principio dudó. Pero rápidamente cayó. Si es tu tío abuelo Mariano. Pero ese hombre murió hace mucho tiempo. Era el hermano de tu abuela María. O sea mi madre. Él murió del dolor del miserere, como se le conocía por aquellos entonces a la apendicitis. Y mira por donde que coincidencia de lo que te han operado a ti hoy. El tenía cinco niños y tu abuela tenia seis niñas y por mor de no tener niñas cuando nací yo, que fui la benjamina de la casa, pues quería por fuerza que la abuela le diera está niña para el criarla.
Como es lógico no consintió tu abuela que se quedara con esta niña que fui yo. Fue mi padrino del bautizo y hasta que murió me llevaba a todas partes con él. Me compraba de todo. Y cuando estaba enferma allí estaba él y su mujer para que no me faltara de nada. Pero murió muy joven cuando yo tendría unos 13 añitos más o menos. Él siempre me decía que cuidaría siempre de mí. Incluso en varios sueños se me apareció y me dijo que cuidaría siempre de mí y de los míos. Así que no me extraña que a sabiendas que te iban a operar de lo que el murió, de un apendicitis, estuviera junto a ti vigilándote para que no te pasará nada. Yo le dije que eso se avisa y que no hubiera pasado tanto miedo. Mi madre me dijo que los fantasmas no eran tontos y que se aparecían a las personas que sabían que no se iban a asustar. Yo le contesté que por mi parte que no se molestara en acompañarme más y menos darme un sueño para recordarlo.
- No será para tanto hijo.
Aquella misma noche se me apareció nuevamente. Lo primero que me dijo fue que no me asustara. Nosotros somos seres que estamos al lado de vosotros para cuidaros. Para que no os pase nada. Pero que no debéis tener miedo de nosotros. Somos muy sigilosos y nunca asustamos. Aunque hay algunos que no lo comprendan. Por ejemplo, la persona que viste con una capucha y sin enseñar el rostro son seres que no quieren irse de este mundo porque desean ayudar al prójimo, pero por llevar poco tiempo en este lado no han comprendido la forma mas adecuada de aparecerse a las personas que desean ayudar. Todo el mundo no es igual. Y cada uno tiene sus formas de ser.
Por ejemplo yo creo que tú ya me estás tomando cariño y creo que podré aparecerme un poco más de veces y tiempo para no molestarte. Sé que has consultado con tu madre y ella te ha dicho que quería que fuera mi hija. Pues es la verdad y para que me creas te voy a revelar una cosa que sólo sabe tu madre. El primer novio de ella lo eché de casa yo. Ya que me di cuenta que era un golfo y se lo comuniqué en un sueño. Y ella lo comprobó con sus propios ojos. Se veía con otra chavala de Castillejos. Por eso no tengas preocupación por nada que aquí estoy yo para cuidarte noche y día. Y sin molestarte.
Si no me lo dices, y yo procuraré que no tengas más estos encuentros conmigo aún los pesares que siento en no ayudarte en todo lo que te haga falta.