La Policía Nacional atendió, a primeros del mes de julio, la denuncia de un ciudadano al que le sustrajeron el dinero que había sacado del cajero automático, después de que olvidara recogerlo. El CNP aprovecha este caso para recordar los consejos lanzados para tener un verano seguro y recomienda tener más cuidado con este tipo de despistes.
Este caso en concreto sucedió en un cajero ubicado en el paseo del Revellín. Un ciudadano acudió a extraer dinero y tras realizar las distintas operaciones que requiere el proceso, olvidó coger los billetes que había solicitado.
Se dio cuenta y, aunque regresó a los pocos minutos, su dinero ya no estaba. Cuando ocurrieron los hechos había otras personas detrás de él esperando para sacar dinero.
En el banco le informaron que la operación se había realizado correctamente y que el dinero había sido retirado del cajero. Le explicaron que, pasados unos minutos, el dispensador se cierra. Si hubiera estado el dinero, se habría reingresado en la cuenta de origen.
En relación con lo ocurrido presentó denuncia ante la Policía Nacional. Fruto de las gestiones de investigación realizadas se pudo identificar a un hombre que se dirigía al cajero justo después de él y se apoderaba del dinero. La cantidad sustraída fue 200 euros y el hecho constituiría un delito leve.
Una vez finalizadas las diligencias policiales, las pruebas y los datos de identidad del presunto autor de los hechos fueron remitidos a la Autoridad Judicial, que decidirá sobre su responsabilidad penal.
En este caso, el presunto autor de la apropiación pudo ser identificado. La Policía Nacional recientemente ha difundido sus consejos con vistas a un verano seguro. Advierte que se evite el exceso de confianza en espacios públicos. La relajación normal del periodo estival y las vacaciones no debe llevar a descuidarnos. Para poder disfrutar sin acabar siendo víctimas de un delito, tenemos que prestar atención a nuestras pertenencias, no llevar innecesariamente con nosotros objetos valiosos (móviles o joyas) y procurar no perderlos de vista, sobre todo, en playas, piscinas y locales de ocio.
Suerte ha tenido. Yo no tuve la misma. Atender a la caída de un niño, que se produjo en ese instante, y que le costó fractura de nariz, a mí me costó 300 euros. La oficina bancaria se lavó las manos, pero no tuve la ocurrencia de denunciar, ni tampoco se me indicó tal posibilidad. Lo di por perdido.