Juan Avilés Farré (Mataró, 1950) es doctor en Historia por la Universidad Complutense y catedrático en Historia Contemporánea por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Sus artículos y libros suelen estar centrados en el papel de los partidos políticos de izquierdas en el acontecer de los tiempos, versando sus publicaciones más recientes sobre el terrorismo y su comparación con el anarquismo. Ha sido investigador principal en proyectos sobre la oposición antimonárquica española durante el reinado de Alfonso XIII, sobre el terrorismo anarquista en Europa y su comparación con el terrorismo yihadista.
–¿Qué ha querido reflejar en su conferencia?
–La idea de que los medios de comunicación han sido el altavoz del terrorismo. Para que lleguen sus acciones a la opinión pública y causar un impacto terrorífico era fundamental el eco que le daba la prensa, la televisión. La novedad es que ahora los terroristas pueden contactar directamente con sus seguidores a través de internet, con lo que es una situación más complicada. Esto coincide con que los medios convencionales tienen mucha más competencia, es una situación difícil.
–¿Qué le atrae a la investigación sobre el terrorismo?
–Como tantos españoles, me sentí impactado por el prolongado terrorismo de ETA y por los atentados del 11 de marzo. Además, como historiador, me había interesado anteriormente por el anarquismo. Por ello, escribí un libro titulado ‘La daga y la dinamita’ sobre los anarquistas. Luego también he escrito sobre el yihadismo y sobre el terrorismo europeo de los años de plomo.
–¿Se hace un tratamiento informativo correcto de los fenómenos terroristas? Y de no ser así, ¿cómo debería realizarse?
–Creo que en España el tratamiento es bastante correcto, pero choca con el problema de que solo las malas noticias son noticia, por lo que hace sobredimensionar el impacto del terrorismo. No se menciona, por ejemplo, que llevamos cuatro años en los que el impacto del terrorismo en el mundo se está reduciendo.
–Es evidente que no impacta por igual una desgracia en Europa que en Oriente Medio o África.
–El terrorismo impacta, sobre todo, en un arco que va de Nigeria a la India. La mayoría de las víctimas de los atentados son musulmanas, pero a los seres humanos nos afectan más las desgracias más próximas.
–¿Es posible hacer ‘política de estado’ o ‘política antiterrorista’ desde los medios de comunicación? Al final son empresas independientes que no tienen por qué estar alineados con el Gobierno.
–No creo que los medios deban seguir las directrices del gobierno en ningún tema. Los medios deben atenerse a su propia deontología, es decir, no contribuir al miedo, a la conspiración ni al odio. El gran desafío de hoy en día es cómo combatir la propaganda terrorista en internet.
–¿Ha cambiado internet la forma de desarrollar un atentado? ¿O solo sirve como un altavoz?
–Internet les sirve para la propaganda, el reclutamiento, la financiación mediante los ciberdelitos y la conexión entre ellos -mediante red oscura o dark web. Pero es raro que alguien se radicalice solo a través de internet.
–Pero hay casos de radicalización por internet, ¿no?
–Internet es un instrumento importante de radicalización. Lo raro es la radicalización en solitario. Hay algún caso como la británica de origen bangladesí que acuchilló a un diputado favorable a la invasión de Irak. Se adoctrinó ella misma oyendo sermones yihadistas descargados en su ordenador.
–Ha investigado largo y tendido los movimientos anarquistas españoles, incluso llega a hacer un análisis comparativo con el terrorismo yihadista. ¿Cómo es esto?
–Aparentemente son muy distintos, pero por entonces muchas personas vivían el anarquismo como una fe, exaltaban como mártires a quienes morían luchando contra el estado, incluidos los terroristas. Por su parte, los yihadistas proclaman que no hay mas ley que la de Dios y rechazan la legislación estatal como, por distinto motivo, la rechazan y rechazaban los anarquistas.