“Organizar la esperanza frente al miedo y el odio en esta década decisiva para el planeta”. Con esa ambición se ha plantado esta tarde en la Biblioteca Pública Miguel Ángel Vázquez, activista social y político que lideró 'Por un mundo más justo' (PUM+J) y que ahora es uno de los impulsores del Movimiento Matria, un espacio que aspira a erigirse en una suerte de “antídoto” frente a la xenofobia y la ultraderecha en España comolo están logrando ya en el resto de Europa otras propuestas ‘verdes’.
Invitado por CCOO en el marco de las actividades de su Agenda Cultural aprovechando que Matria ya tenía prevista una participación activa en la VI Marcha por la Dignidad de hoy, Vázquez compartió cerca de dos horas con un auditorio nada “complaciente” que escuchó con atención su exposición y posteriormente le interpeló por si la confrontación con el capitalismo del Movimiento en su dodecálogo fundacional no es lo bastante firme o si corre el riesgo de pecar de “arcangélico”.
Matria, cuya primera asamblea “preconstituyente” tendrá lugar en Madrid el 2 de marzo y que prepara una gran manifestación en Madrid en plena campaña para el ‘superdomingo’ electoral del 26 de mayo, se articula sobre doce pilares “irrenunciables” en torno a los que se quiere aglutinar a los convencidos de que hay que buscar “otro mundo posible y nuevo donde quepan todos los mundos”. No queda mucho tiempo si aciertan las investigaciones que cifran en once los años que restan para prevenir lo peor del colapso del cambio climático.
Para conseguirlo Vázquez explicó que Matria se configura como un espacio eminentemente participativo y descentralizado, una herramienta con alma de magma para “sumar” a las ya existentes en la senda de “erradicar toda forma de pobreza y las desigualdades globales entre el Norte y el Sur”, “cuidar la casa común que es nuestro planeta” y asegurar “la igualdad real de mujeres y hombres”. Aboga también por un mundo en el que “migrar sea un derecho” y en el que “no haya cabida para ningún tipo de política, discurso o exclusión racista”, con una economía “social y solidaria” que garantice “un empleo que fomente la dignidad de la persona” y cuya base sea “una educación universal, inclusiva e igualitaria, social y emocional”.
Esas ideas se plantean "como posible base del mundo nuevo y un concepto abierto, la matria”, un guiño a una suerte de patria de esencia global y feminista, “en torno al que articular las luchas que llevan ya décadas tratando de cambiar el mundo". El movimiento, que no sabe si terminará con forma de partido, aspira a ser “un espacio abierto para escuchar, aprender, unificar y actuar” y “una propuesta de alianza entre los colectivos y los discursos que están construyendo el mundo nuevo frente al odio y el miedo del bloque que se resiste a abandonar el mundo viejo” abriendo “claroscuros” en los que medran los “monstruos”.
En suma, “un movimiento ciudadano como sujeto político que nos ayude a cooperar para transformar y articular una sociedad civil global” con un discurso “que nos haga sentirnos pueblo, el mismo pueblo, junto a las comunidades indígenas discriminadas, junto a las víctimas de la feminización de la pobreza, junto a los que se dejan la piel enganchada en las vallas de Ceuta y Melilla y junto a los extrarradios de nuestra ciudad”.