La saga de Rocky reinventa términos con esta película. Nos presenta nada menos que una secuela de la (enésima) secuela. No se puede tener más creatividad o cara dura, juzgue cada cual.
Creed II viene a subirse a la estela de ese soplo de vitalidad que Creed dio a la marca allá por 2015 y que supuso un espaldarazo interpretativo para el propio Sylvester Stallone (Globo de Oro y nominación al Oscar incluidos en la categoría de mejor secundario), en su papel de Rocky Balboa como entrenador crepuscular. Y los clásicos conceptos de dignidad, revancha, superación, humildad o miedo están ahí para los amantes del carácter épico de la saga. Stallone en la piel de Rocky vuelve a colocarse ese gorrito modesto y poner cara de no saber de nada en la vida excepto de boxeo, pero esto último controlarlo mejor que nadie. Michael B. Jordan repite como protagonista en un trabajo nuevamente convincente y con carácter. La sorpresa, grata, es la añadidura al casting de Dolph Lundgren, en un papel notablemente más interesante que el mismo que le tocó sufrir hace 30 años.
Porque sí, con todo lo bueno que tiene esta cinta, en el aspecto negativo hay que decir que carece de la capacidad de sorpresa de su predecesora, y además el bueno de “Sly”, que también está detrás del guion, precisamente tiene el poco tino de fijarse en la peor película con diferencia de toda la saga; así, rescata de la descacharrante Rocky IV a Iván Drago, caído en desgracia desde su sonada derrota, que intenta redimirse a lo shakespeariano haciendo de entrenador de su hijo y enfrentándose al pupilo de Balboa, con miradas de reojo incluidas desde los rincones técnicos. Se da además la circunstancia de que Adonis Creed, el susodicho pupilo, es hijo de aquél que Drago mató en el cuadrilátero. Qué socorrido siempre esto de las sagas familiares, no descartemos futuras rencillas entre bisnietos…
No obstante, siendo peor esta intentona que la anterior, cumple con expectativas, incluyendo banda sonora con musiquilla muy reconocible, y da argumentos para seguir estirando a base de acción y emotividad, por mucho que esta última a ratos traspase el límite de lo absurdo y mezcle churras con merinas colándose, qué manía, en el terreno del patrioterismo.
Ni más ni menos que otra de Rocky, en ésta más protagonista que en Creed, quizá algo superior a la media, pero que gana el combate solamente a los puntos. Suficiente pero mejorable. De los derroteros que tome en el futuro próximo la secuela de la secuela de la secuela dependerá mucho el agotamiento del producto. De momento lleva un par de entregas ganándose el “extra time”…