Tradicionalmente, una de las diversiones favoritas de los ceutíes han sido los paseos por el puerto, especialmente coincidiendo con la visita de buques de la Armada, los cruceros u otros barcos especialmente singulares. No podía ser menos en esta ciudad marinera por excelencia, tan fraternalmente abrazada por sus dos bahías, y carente de tantas posibilidades de expansión o de alicientes dada su reducida superficie.
Bien. Pues hete aquí que, recién llegado a mi pueblo después del veraneo, decido encaminar mis pasos hacia el muelle de España, atraído por mi pasión por los barcos, tras contemplar desde mi atalaya de la Marina la presencia del crucero ‘Marella Spirit’ con sus 1.700 pasajeros a bordo. Habría avanzado unos cincuenta metros desde las puertas del citado recinto, cuando me aborda un agente de la Autoridad Portuaria.
- ¿Es Vd. un pasajero de ese barco?
- Pues no, agente. Qué más quisiera yo, precisamente en este momento, que irme en él ahora mismo.
- Pues entonces no puede acceder al muelle.
- Y esa orden, ¿desde cuándo? Me deja Vd. frío. Otra puerta más que nos cierran en este pueblo, y con ésta van…
Correctísimo el policía en cuestión, eludió seguir con el tema. Le sobraban las palabras. Su cara parecía decirlo todo. Así es que decidí proseguir mi paseo matinal por el contiguo muelle Dato, por cuya avenida, paradójicamente, se prodigaban los MENAs y toda suerte de indocumentados, pululando por la zona como Mateo por su casa y sin restricciones de ningún tipo. Precisamente los mismos que me han hecho desistir de mis antiguos paseos por dicho lugar cuando se avecina la noche, dados los testimonios de temor de los trabajan en ese recinto o de quienes han sufrido algún contratiempo en el mismo.
Vivir para ver, sí. Unos tan alegremente campando a sus anchas por ese puerto con todas las connotaciones que encierra su presencia en el mismo, y los ceutíes con los accesos vetados desde hace tiempo a esos muelles, en los que tan felices nos sentíamos cuando los recorríamos a pie o en automóvil. ¡Qué tiempos aquellos, ciertamente!
Cómo no recordar ahora aquellas formidables pesqueras en las escolleras o en las terminales de la Puntilla y Alfau que cierran la bocana, donde había lugar también para la contemplación del incomparable paisaje que desde allí se divisa para expansión de chicos y mayores. Glorias perdidas, sí.
Máxima seguridad para el turista. Magnífico. Y los ceutíes, me pregunto yo ahora, ¿no tenemos el derecho a esa misma seguridad?
La realidad es que cada día nos sentimos más encorsetados en esta ciudad. Hay entrañables lugares a los que por precaución hemos dejado de ir por nuestra propia seguridad. Y hasta la frontera parece cerrarnos las puertas, privándonos del placer de escaparnos al vecino país como también hemos hecho toda la vida, a la vista de las restricciones y los colapsos que en ella se originan, sencillamente porque en ese paso fronterizo “quien manda es Marruecos”, como sostiene Juan Luis Aróstegui, dicho en román paladino.
Podía seguir con más reflexiones de idéntica índole sobre esta Ceuta de mis amores, a la que cada vez reconozco menos, pero prefiero dejarlo para posteriores posibles ocasiones si el ánimo me lo permite. Profundamente dolido en lo personal, hablo ya de otro ámbito y circunstancias, por una ‘bofetada’ que me llega de quien no podría esperármela, la vuelta a casa no ha podido resultarme más triste. ¿Quién y cómo?, me dirán. Permítanme que me lo reserve, pero qué verdad es esa que sostenían Paco Amores y ‘Quinín’ de que Ceuta es madrastra para los suyos. Y que conste, ojo, que no hablo de medallas o distinciones personales que no creo merecer.
Ciertamente, hoy no es mi día. Feliz domingo, lector.
Esta Ciudad, ya no me recuerda en nada a la de mi niñez y juventud, esa forma de ser de los ceuties ,sus sitios emblemáticos, sus gentes, sus fiestas, sus reuniones, los paseos calle Real arriba y abajo, todo se ha perdido, esto es otra cosa. Que no se piense que soy un nostálgico, nada de eso, sino que me duele ver lo que había y lo que hay.
Absolutamente de acuerdo, vecino.
Totalmente de acuerdo contigo,como casi siempre, estás en el sentir de este pueblo que hemos visto evolucionar en muchas cosas pero en otras hemos retrocedido en el tiempo hasta no parecernos que este es nuestro querido pueblo. No soy de los que escriben comentarios sobre el devenir (cada vez mas difícil y desconocido de nuestro querido pueblo) pero las "esencias caballas" se están perdiendo o mejor creo que desmoronándose a pasos agigantados !Que pena!