En 2017, el representante español en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Joaquín Nieto, dejaba escrito lo siguiente acerca de las tendencias laborales y el futuro del trabajo, en la revista de reflexión y debate Gaceta Sindical: “Robotización, digitalización, uberización, gig econoy, crowdworking son términos que en poco tiempo se han incorporado a nuestro vocabulario para describir los cambios vertiginosos que se están produciendo en el mundo del trabajo y en todas las economías... La fragmentación creciente de los proceso productivos en un contexto digital y globalizado está modificando la organización de la producción y el trabajo, en cadenas mundiales de suministro y en la extensión de relaciones de trabajo que pretenden escapar del arco legal tradicional de relaciones laborales….En este contexto cambiante, el horizonte del trabajo decente para todas y todos sigue siendo un imperativo para la convivencia y el bienestar de nuestras sociedades, el reto que tenemos por delante es hacerlo efectivo. La transición justa a través del diálogo social es la forma más eficaz de afrontar los cambios desde una perspectiva inclusiva y conformar el futuro del trabajo que queremos”.
Por esa misma fecha, se conocía una encuesta elaborada por el McKinsey Global Institute, en la que se reconoce que el uso de herramientas avanzadas también tiene implicaciones en los cambios organizativos de las empresas y en niveles de proceso más amplios, en los que se usan las plataformas basadas en mensajes. Los encuestados admiten que el uso de herramientas sociales les ha permitido a los empleados comunicarse más a menudo y autoorganizarse con los miembros del equipo. Incluso dicen que estas tecnologías han cambiado la naturaleza misma de su trabajo para convertirse en proyectos, más que en equipos o funciones.
Como escribía Joan Mayó, ex ministro de industria de la segunda legislatura de España, en un artículo de diciembre de 2016, “…estamos en pleno desarrollo de un cambio, que es mucho más que una nueva revolución industrial”. Su afirmación la basaba en que están aconteciendo cosas de forma simultánea, que no habían ocurrido en las anteriores revoluciones industriales. Por ejemplo, a la vez que un gran cambio en el mundo de la energía se produce otro en el mundo de la información. A esto se le suma el proceso de globalización, que obliga a encontrar soluciones para un planeta que pronto podrá alcanzar la cifra de 8 o 9 mil millones de personas. Razones éticas y de seguridad van a hacer inviable mantener las enormes desigualdades actuales.
Todo lo anterior está llevando a un alarmante incremento de las formas atípicas de empleo en el mundo. En febrero de 2015, la OIT celebró una reunión tripartita de expertos en esta materia. En las conclusiones de la Reunión se instó a los Estados Miembros y a las organizaciones de empleadores y de trabajadores a idear soluciones de política para afrontar el déficit de trabajo decente asociado con las formas atípicas de empleo. En concreto se pedía a los interlocutores sociales y a los gobiernos, “…trabajar conjuntamente en la implementación de medidas para abordar las condiciones de trabajo inadecuadas, apoyar las transiciones en el mercado de trabajo, promover la igualdad y la no discriminación, asegurar una cobertura de seguridad social adecuada para todos, fomentar un entorno laboral seguro y saludable, asegurar el acceso a la libertad sindical y a la negociación colectiva, mejorar la inspección del trabajo, combatir las formas sumamente inseguras de empleo y promover los derechos fundamentales en el trabajo”.
Días atrás, cuando venía del Rectorado de la Universidad de Granada de realizar unas gestiones y firmar unos documentos, tuve que bajarme del autobús, atrapado en un inmenso atasco de tráfico, irme andando hasta una de las salidas de la autovía y llamar a un familiar para que viniera a recogerme con su vehículo. La razón fue que, justo a esa hora del medio día, coincidiendo con las salidas de los colegios, los trabajadores del metro de Granada, y los de cuatro líneas de autobuses, se habían coordinado para plantear a la vez una huelga en dicho horario y una manifestación por el centro de la ciudad. Pese a las molestias que se ocasionaban, es justo entender que se trataba de una acción legítima de los trabajadores, que reclamaban mejoras salariales y de condiciones en sus puestos de trabajo.
De la misma forma, los sindicatos de tripulantes de la compañía aérea de bajo coste Ryanair, han planteado huelga la última semana de septiembre, de forma coordinada en toda Europa (aunque los alemanes ya la han adelantado). Protestan también por lo que califican de caos y condiciones de trabajo precarias.
Justo la semana próxima, una antes de la huelga, viajaremos en Ryanair hasta Goteborg (Suecia), para asistir a la XVIII conferencia de la European Association for Research on Services (RESER), si las condiciones meteorológicas o la huelga de tripulantes no lo impiden. Allí expondremos las conclusiones fundamentales de nuestro estudio sobre las preferencias de los turistas marroquíes que acuden a Ceuta. Pero también, y esta es la novedad, presentaremos la XIX conferencia del RESER, que se celebrará en 2019 en Ceuta, con un tema de debate principal, a saber, el empleo en la sociedad del futuro.
El destino ha querido que seamos testigos de primera mano de las consecuencias de la precarización de las relaciones laborales en el mundo del trabajo, con estas huelgas. También, ha sido fruto del azar que los buenos colegas del RESER hayan aceptado el ofrecimiento que veníamos haciendo desde hacía varios años, para traer este interesante congreso internacional de economía de los servicios hasta Ceuta.
Que el tema principal del congreso sea el referido al empleo en la sociedad del futuro, justo en la ciudad de mayor desempleo del país, y, en donde, de forma insistente, se reclaman nuevas alternativas y soluciones para la situación de parálisis económica en la que nos encontramos, entiendo que es toda una declaración de intenciones. Esperemos que se cumplan todos nuestros deseos.