Para cualquier oído, el ruido que producen los motores del Hospital Universitario a día de hoy es el mismo que hace dos años, a pesar del proceso de insonorización acometido por el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa).
Los vecinos de la calle Doctora Soraya, especialmente quienes habitan las viviendas enfrente del complejo hospitalario, volvieron a quejarse ayer por un foco de contaminación acústica que está alterando su tranquilidad, su bienestar y hasta está minando su salud.
Ahmed Abdelkader Hossain es uno de los afectados: “No buscan soluciones desde hace dos años. Ingesa dice que lo había arreglado con las placas que han instalado para que el ruido no traspase a las viviendas y lo que ha generado es más ruido todavía. Uno viene a su casa a descansar cuando sale del trabajo y no puede”.
Ingesa asegura que las emisiones sonoras en horario diurno están dentro del rango permitido por la ley y solo las nocturnas lo exceden en 5 decibelios. Los técnicos informaron que la solución era colocar aislamiento sonoro en las ventanas de los vecinos afectados. Como es evidente, los residentes discrepan. “¿Eso significa que no vamos a poder abrir las ventanas para que la casa se airee y podamos respirar? ¿Qué tenemos que poner, aire acondicionado? El problema no se soluciona con un cambio de ventanas.
Tienen que ver dónde está el arquitecto que hizo estas viviendas y tanto el Ayuntamiento como Ingesa lo saben, pero se echan la pelota el uno al otro. Ellos saben que aquí no tenían que haber construido estas casas y los que estamos pagando somos nosotros, los vecinos”, criticó Abdelkader.
Los residentes de las 170 viviendas exigen una solución a un problema de contaminación acústica que llevan arrastrando desde hace más de dos años.
Los técnicos desaconsejan la cuarta fase de aislamiento acústico
El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) confirmó que completó las tres fases del plan de insonorización por las emisiones de ruido de los refrigeradores del Hospital Universitario. La primera consistió en la panalización con la colocación de pantallas de absorción acústica exteriores así como una segunda y tercera con su instalación en la sala de refrigeración y en el patio exterior, elevando 1,5 metros la altura de los paneles que hay frente a las viviendas.
La institución que gestiona la sanidad pública estudió la posibilidad de una cuarta fase que no se acometió porque lo desaconsejaron los técnicos dado que si se paralizaban los refrigeradores había un riesgo elevado de que dejasen de funcionar dejando sin climatización las zonas nobles del Hospital: quirófanos, partos, UCI, entre otros.
Por lo que, dado que las emisiones sonoras en horario diurno están dentro del rango permitido por ley y solo las nocturnas exceden cinco decibelios, los técnicos informaron que la solución era colocar aislamiento sonoro en las ventanas de los vecinos afectados.
A mediados de 2017, Ingesa perdió el juicio por la sanción de 12.000 euros impuesta por la Consejería de Medio Ambiente ante el incumplimiento de la Ordenanza Reguladora de Ruido, Vibraciones y Contaminación Acústica.
“También nos afecta el humo negro que sale de las chimeneas y los cortes de luz”
El ruido no es la única molestia que sufren los habitantes de las 170 VPO de Loma Colmenar. Cuando el Hospital arranca los generadores, los vecinos explican que se va la luz y las chimeneas expulsan un humo negro que cubre de hollín el edificio.
“El ruido nos molesta mucho, por la noche y por el día. No podemos abrir las ventanas, ni dormimos bien, estamos con dolores de cabeza y perjudica a todos los niños. También nos afecta el humo que sale de las chimeneas. Cuando el ruido es de mayor intensidad, nos salta la luz y a mí me han estropeado la lavadora y la televisión. Hemos tenido depresiones y ataques de ansiedad. Estamos muy mal”, describió otra de las vecinas, Suad Chairi, las circunstancias que sufren.