La situación que atraviesa el servicio público es insostenible. Ni los conductores ni los pasajeros tienen por qué sentirse inseguros de esta forma, expuestos a apedreamientos que se producen en cualquier lugar y a cualquier hora. Como bien apunta el presidente del Comité de Empresa, están desmoralizados y no saben a quién recurrir. Ayer volvieron a ser apedreados a su paso por el Club Natación Caballa. Había pasajeros. Afortunadamente ninguno resultó herido.
Hoy hablan los representantes de los conductores pero hace bien poco quien habló fue la propia empresa. Ambos bandos coinciden en el mismo extremo: no pueden más, exigen medidas para terminar con algo que nos afecta a todos, porque cualquier ruta se ve afectada.
No hay miramientos, quienes cometen este tipo de actos ponen en riesgo la operatividad de un servicio de transporte público, ponen en riesgo una flota de la que todos nos surtimos en alguna ocasión y que no tiene por qué estar sometida a esta inestabilidad.
La situación es grave y con la misma consideración deben adoptarse medidas orientadas a salvaguardar la integridad de los conductores, la de todos los ciudadanos que somos potenciales usuarios de los vehículos y a castigar con la ejemplaridad debida a los que están poniendo en riesgo la garantía en la conectividad de muchas barriadas.