Queda todo un abismo de reivindicaciones. Un universo de necesidades para que la sociedad esté adaptada a las personas con sordoceguera. Sin embargo, ayer Día Internacional de esta dolencia, la Asociación de Personas Española de Familias de Personas con Discapacidad (APASCIDE) afrontaba la jornada con un espíritu de celebración, como manifestaba su presidenta, Mª Carmen Rosino. “Ha sido un año de logros, sobre todo porque en el 2017 se reconoció la sordoceguera como discapacidad única y ya hemos conseguido que casi el cien por cien de afectados estén en posesión de su certificado”, puntualizaba.
Ha sido una larga y dura reivindicación que ya es una realidad. Una lucha que por simple que parezca carga con una connotación de gran relevancia para el grueso de afectados. “La sordoceguera no es la suma de dos discapacidades, es más que eso, es una realidad más compleja”, sentenciaba. Por ello, en estos casos las figuras como el intérprete o el mediador se deben tener en mayor consideración, son más importantes.
Sin embargo, tras esta victoria se abre un infinito de demandas. “Es una lucha constante, es cierto que se ha avanzado, pero quedan incontables asuntos por conseguir”. Entre los más “asequibles” se presentan la necesidad de que todos los estamentos públicos cuenten con una guía intérprete o la adaptación del ocio y los medios audiovisuales. Pero si existe una exigencia inmediata esa es la mediación y la interpretación. “Necesitamos que sea universal, y en ello vamos a trabajar”.
La universalidad de una sociedad adaptada parece que supera la utopía. La Ciudad a través de la oficina de accesibilidad trabaja en ello junto con el CERMI y, en Ceuta, lenta y progresivamente, emprende los primeros pasos para convertirse en un espacio sin muros donde se tiendan puentes a todos sus habitantes.
La asociación, que ayer cumplió 15 años, cuenta con unos 48 usuarios, de ellos 15 padecen sordoceguera y los restantes alguna dolencia sensorial o relacionada con grandes problemas de comunicación. Se estima que en España hay unas 6.000 personas sordociegas, además de aquellos que la adquiere en la tercera edad.