Los apedreamientos que está sufriendo la empresa de autobuses van más allá de un mero acto vandálico. Supone una crisis social de un sector poblacional y generacional que no está educado en valores, lo que le lleva a atentar contra servicios públicos de todo tipo. Porque ahora les ha tocado a la flota de vehículos, pero sabemos que en otro periodo quienes se erigen en víctimas son los Bomberos, las ambulancias, las fuerzas de seguridad...
Está bien que se pida más atención policial, pero todos sabemos que esa no es la solución. Ayuda, complementa a una debida actuación de mayor calado, de más peso, que sirva para que podamos dar una respuesta a lo que todos nos preguntamos: ¿por qué hay quien disfruta apedreando autobuses repletos de pasajeros a sabiendas de que pueden provocar suspensiones de líneas?, ¿por qué hay quienes organizan emboscadas para engañar a los bomberos y apedrearles cuando acuden a sofocar incendios?, ¿por qué se ha atacado en otras ocasiones a las ambulancias o a las fuerzas de seguridad en los relevos?
No puede entenderse que adolescentes inviertan sus horas en causar daño. El portavoz del Ejecutivo, Jacob Hachuel, hace un llamamiento a sus padres. Quizá ni ellos mismos sepan a qué dedican el tiempo libre sus hijos y en eso esté buena parte del origen de este problema que causa impacto social, alarmismo y malestar en empresas que están empezando a ver que no pueden afrontar situaciones de este tipo.
Las soluciones para asuntos puramente delincuenciales quizá sean mucho más sencillas de implantar que aquellas que tienen más que ver con otra causa, con una desestructura social, con una falta de valores, con un querer hacer daño porque sí. Contra eso no podemos actuar con rapidez, con soluciones efectivas directas... porque hay que trabajar durante más tiempo, a modo de previa, sobre un terreno que no está abonado, que se ha llenado de maleza y que si lo dejamos perdido durante más tiempo terminará causando un problema de mayor calado. ¿Cómo le ponemos ahora al niño? No resulta tan fácil para los manidos linchamientos públicos.