El 90% de las noticias publicadas respecto al islam se hacen con un sentido negativo
Con el objetivo de trabajar contra la islamofobia y apostar por un periodismo inclusivo se ha celebrado el encuentro con el observatorio de la islamofobia que acaba de cumplir su primer año.
La intención a partir de ahora es proponer ideas para realizar una cobertura adecuada, ya que el 90% de las noticias publicadas respecto al islam se hacen con un sentido negativo.
La intención del Observatorio ha sido conocer el feedback de la información en Ceuta y cuáles son los aspectos positivos que se abordan en la ciudad para poder exportarlos a otras redacciones.
En primer lugar se debería preguntar el porqué del 90% de las noticias son negativas respecto del islam. ¿Qué tiene el islam que no gusta a los europeos, que no gusta en ningún país de Europa? Ellos, los musulmanes, deberían hacer introspección y autocrítica para ver dónde fallan, pero, al contrario, ellos nunca tienen culpa de nada, la culpa está en los otros, en los no musulmanes.
El islam no es en modo alguno una religión de paz, nunca lo ha sido y no lo es ahora ni lo será. Su propagación ha sido mediante la espada y el terror. Su profeta es un profeta guerrero, con un ejército en pie de guerra. El islam no es la religión de la otra mejilla. es el ojo por ojo diente por diente. Se ha dicho siempre que el islam es a la violencia lo que el oxigeno a la vida, o al fuego, donde no hay se apaga. El islam es una religión del desierto, para los tiempos medievales, no para el siglo XXI.
Es tal el rechazo que los europeos en general sienten por el islam que en la mayoría de los países, como Alemania, Suecia, Reino Unido, se han modificado artículos del código penal para calificar las criticas al islam como delitos de odio. Es posible hacer mofa y befa y ridiculizar al cristianismo, pero, ¡ojo!, hacerlo con el islam equivale a ser tipificado como delito de odio. Los políticos saben que el islam no gusta a los europeos y se cubren las espaldas endureciendo las críticas hacia esa religión del siglo VIII. Los políticos europeos, auténticos lacayos del islam, demonizan al colectivo cristiano y victimizan al colectivo musulmán. Se ha dicho y escrito que el islam no deja de ser una expresión religiosa del fascismo.
La cultura islámica se opone a todo a todo lo que los europeos creemos. Es la antítesis de la democracia y de la igualdad entre las personas y aun entre las personas de diferente religión. Los musulmanes son proclives a formar guetos allá donde vayan, pues parece que son difíciles para entablar relaciones de buena vecindad en barrios europeos y por eso se refugian en los suyos en donde las leyes de los diferentes países no entran. Allí dentro ellos se gobiernan por las suyas, por sus costumbres y formas de vida.
Hasta los mismo islamistas se burlan abiertamente de la permisividad y la laxitud de las democracias liberales europeas, que se les permiten erosionarlas desde dentro para luego dominarlas (implosión) como abiertamente proclaman. Así en las manifestaciones de musulmanes en los países europeos se enarbolan pancartas de este tenor: "Sharia for the Netherlands", "Islam will be superior", "Islam will dominate the world", "Freedom can go to hell" (la libertad se puede ir al infierno), "Sharia for Britain", "Islam is coming to Denmark", y otras de este estilo en las que se manifiesta sin tapujos ni rodeos el odio a los países europeos que los acogen o en donde han nacido y a sus libertades y costumbres.
Existe un cerco mundialista a la religión cristiana y a la raza blanca en favor de la negritud y del islam. Así, los dirigentes de la UE y de los estados europeos se rompen el culo por cumplir con sus amos mundialistas. Son lacayos y sicarios del Nuevo Orden Mundial que contempla las migraciones masivas de arabo-islámicos y de negros a los países europeos. Así, Europa es un continente en descomposición en el que los políticos están llevando a cabo una inversión de la demografía, suplantando las poblaciones europeas blancas y cristianas por otras procedentes de la negritud y de los países arabo-islámicos. La UE-Bruselas está llevando a cabo un proyecto exitoso de genocidio contra los pueblos europeos. Ya no estamos en la inmigración, sino en una sustitución de la población europea, escribe Eric Zemmour. Por eso los europeos rechazan el islam y las migraciones masivas, por lo que los políticos incluyen en los códigos penales que toda crítica al islam sea considerada como delito de odio.
La imagen superficial de las sociedades de los países europeos es una imagen amable y mutlicultural, multirracial, mutliétnica, en donde los colectivos se llevan divinamente y en donde las relaciones entre diferentes colectivos son de tolerancia y comprensión hacia el diferente. pero si se escarba un poco en la piel de ese tejido social aparece la imagen profunda que refleja una hostilidad soterrada y callada de los autóctonos blancos y cristianos hacia aquellos que han llegado por las bravas, saltando fronteras, llegando en barco y chalupas o siendo recogidos en alta mar, y que, andando el tiempo, se harán los dueños de barrios y empujaran fuera de ellos a los allí establecidos desde tiempo inmemorial. Quien haya viajado por Europa y sea observador y haya preguntado sabrá de lo que aquí se expone. El aserto de que si quieres destruir una nación, destruye su homogeneidad étnica sigue siendo válido y vigente. Por eso los países arabo-islámicos, los de la negritud y los asiáticos no contemplan la instalación en el seno de sus sociedades individuos extraños venidos de otras culturas. Tan solo en Europa se contempla la sociedad multicultural multiénica y multirracial. ¿Por qué? Para hacer una sociedad mestiza que no tenga referencias históricas, étnicas, ni culturales ni religiosas. Así, es fácil manipularla, amedrentarla y acobardarla, para manipularla y sojuzgarla.
Como corolario de todo esto sería deseable que los musulmanes se preguntarán por ese rechazo a ellos y a su religión por parte de los europeos. No es islamofobia en puridad, es conservar lo que nos ha hecho como nación histórica, religiosa y étnicamente y que estas migraciones masivas de arabo-islámicos y de los procedentes de la negritud van camino de laminar nuestra identidad y de destruir lo que somos y lo que habrán de heredar nuestros descendientes. Si queda algo.