Esta pequeña, de solo 6 meses de edad, fue rescatada sana y salva junto a su madre y seis personas más, después de embarrancar su neumática en Benzú
Se llama Msasa. Tiene solo 6 meses de edad, pero ya sabe lo que es subirse a una embarcación hinchable cargada de hombres y mujeres y arrojarse a un mar revuelto, demasiado revuelto. Un mar que no es de juguete, que no te mece con su oleaje, sino que se había despertado embravecido, alocado, convirtiendo esa barca en un frágil objeto.
Msasa lo sabe porque lo ha vivido. Lo hizo la pasada madrugada, cuando, protegida por los brazos de su madre, se montó en esa embarcación junto a siete personas más para cruzar el espigón de Benzú.
Su viaje terminó en la cala más próxima al cafetín, y pasó de los brazos de su madre a los de la Cruz Roja y, después, a los de un agente de la Guardia Civil del que no quería separarse y que fue el que lo trasladó, cuando aún no habían dado las ocho de la mañana, a la Jefatura Superior en donde, de nuevo, pudo reunirse con su progenitora.
Por precaución fueron separadas durante unos minutos para que Msasa fuera reconocida en el Hospital Universitario. Todo estaba correcto. El viaje clandestino de esta pequeña quedará en un recuerdo escrito en una crónica periodística además de en el miedo contenido de una madre que ha dado todo por ella, hasta el punto de arriesgar sus vidas por dejar el África que les vio nacer.
Si es que existen los milagros, ayer se produjo uno en Benzú, encarnado por estos cuatro hombres, tres mujeres y la pequeña Msasa. El ERIE de Cruz Roja los atendió solo por casos de hipotermia leve.
Vecinos de la barriada volvieron a ser testigos del drama migratorio que asoma a nuestras fronteras. En este caso a las seis de la madrugada se despertaron con los gritos y lamentos de estas personas, que han conseguido salvar su vida gracias a la rápida intervención de la Benemérita.