Después vino la errónea decisión de cerrar el paso de Benzú y más adelante la incapacidad de las autoridades de Ceuta para organizar la frontera con Marruecos
Para hacer un análisis resumido pero riguroso de las posibles consecuencias de una eventual integración de Ceuta y Melilla en la Unión Aduanera, es necesario referirse también a los inconvenientes que podrían presentarse.
Un horizonte de problemas
Ya se citó con anterioridad la posible oposición de Marruecos a que las Ciudades Autónomas se integraran en la Unión Aduanera. El país magrebí calcularía, con toda seguridad, las consecuencias políticas y económicas, actuando diplomáticamente a continuación.
En efecto, Ceuta y Melilla iban a afianzar su status jurídico dentro de la Unión Europea, donde son consideradas hasta ahora territorios diferentes.
Desde el punto de vista económico, al menos Ceuta vería relanzada su economía a partir de la Aduana Comercial propia y la que tendría que instalarse al otro lado de la frontera. Por otro lado, Marruecos saldría también beneficiado en principio, por cuanto se convertiría en el principal proveedor de la ciudad de Ceuta y quizás Melilla.
Respecto a esta materia existe un trabajo inédito elaborado por Interservicios en 2011.
En teoría, Marruecos no debería tener influencia en estas decisiones por ser un país tercero y Ceuta o Melilla territorios comunitarios, pero es preciso tener en cuenta las excelentes relaciones que el país magrebí mantiene con Europa, la cual está especialmente interesada, como es lógico, en asegurar un equilibrio político y económico duradero en el norte de África, considerando además la cooperación marroquí en dos temas cruciales como el terrorismo y la inmigración ilegal.
Con base en todo esto, la Unión Europea y Marruecos vienen cooperando activamente en las políticas citadas, sin olvidar la pesca y otras.
Y es Francia, país esencial y protagonista en Europa, el principal valedor de Marruecos, ya que la política exterior gala ha seguido siempre un mismo camino y no es previsible que cambie. En este sentido, hay que recordar que el Acta de Adhesión de España ya citada, exige la unanimidad para decidir el cambio del estatuto aduanero de Ceuta o Melilla.
Y cabría preguntarse si la diplomacia española estaría dispuesta a implicarse a fondo en este asunto, dadas las dependencias que se tienen de Marruecos. Aquí está, si queremos ser realistas, el principal escollo que podría encontrar un proyecto como la integración de la Ciudad Autónoma de Ceuta o de Melilla en la Unión Aduanera.
En realidad las consecuencias económicas para Marruecos de una integración de Melilla y Ceuta en la Unión Aduanera necesitarían un minucioso estudio aparte, pero a veces priman las reivindicaciones territoriales sobre los efectos prácticos.
Por otra parte, la incorporación de Ceuta y Melilla a la citada Unión Aduanera, supondría la aplicación del arancel aduanero común y ello afectaría negativamente al tráfico comercial de determinados artículos.
En este caso, sería necesario negociar con Europa determinadas derogaciones del régimen general y, desde luego, mantener el puerto franco o una zona acotada como franca.
Y es el régimen fiscal de Melilla o Ceuta el que podría verse más afectado, debido a la ya mencionada tendencia europea a la armonización fiscal, por lo que sería preciso establecer un régimen transitorio y negociar sobre la base de que las bonificaciones son anteriores a la adhesión de España a la Unión Europea.
De todas formas, como se apuntó anteriormente, el hecho de seguir fuera de la Unión Aduanera tampoco significa una garantía de continuidad para dicho régimen económico-fiscal de Ceuta.
Por último, sería preciso aclarar que, en esta ocasión, podrían separarse Ceuta y Melilla. En las jornadas de trabajo que llevaron a los estudios realizados durante mi paso por la Cámara de Comercio y la Confederación de Empresarios de Ceuta, detecté circunstancias y preferencias diferentes en Ceuta y Melilla, por lo que la integración podría interesarle a una ciudad y no a la otra a pesar de las declaraciones políticas.
Baste citar, aparte de la realidad de la vida cotidiana en ambos territorios, que Melilla tiene Aduana Comercial de parte marroquí y Ceuta no dispone de ella y también que en Ceuta, a partir de -a mi juicio- un inexacto documento sobre contrabando elaborado por la Cámara de Comercio Americana de Casablanca, se impusieron por España en 2003 importantes restricciones al comercio irregular y no ocurrió lo mismo en Melilla (Interservicios elaboró entonces un interesante y extenso trabajo sobre dichas restricciones y sus consecuencias.
Después vino la errónea decisión de cerrar el paso de Benzú y más adelante la incapacidad de las autoridades de Ceuta para organizar la frontera con Marruecos.
Por otro lado, el hinterland de ambas ciudades es radicalmente distinto. Menos desarrollado económicamente en el caso de Melilla al estar rodeada por el Rif, frente a un área muy avanzada para Marruecos en el caso de Ceuta, con Tánger, Rabat, Fez o Casablanca unidos por autopista con el norte y la frontera.
Y añadir que en el año 2000, el Consejo Económico y Social de Ceuta (CES) redactó un minucioso informe sobre el tema3 que debe servir de importante antecedente para cualquier decisión posterior.
La equivocada e incomprensible decisión de disolver esta institución privó a la ciudad de un foro que habría sido indispensable posteriormente para abordar el problema que nos ocupa y otros.
El citado Informe del CES concluye en que la incorporación de Ceuta a la Unión Aduanera no producirá alteraciones negativas en el comercio, el turismo y otras facetas de la economía local, pero que dicha incorporación no resolvería por si sola los problemas estructurales de la ciudad.
Y además cabe citar otro estudio realizado por encargo de la Ciudad Autónoma titulado Ventajas e inconvenientes de una posible integración de Ceuta en la Unión Aduanera.
En definitiva, éstas son algunas reflexiones básicas que pueden hacerse sobre la disyuntiva que se ha puesto de nuevo sobre el tapete de la posible integración de Ceuta y Melilla en la Unión Aduanera. En este asunto, como en otros, debe primar el bien común y no intereses sectoriales por muy importantes que éstos sean.
Y, desde luego, la negociación en su momento con la Unión Europea, resultará básica y no se puede confiar en que la lleven en exclusiva desde Madrid. Pero es necesario remarcar también que en asuntos como éste, los partidos políticos locales, los empresarios, sindicatos y ciudadanos en general deben hacer un frente común, abandonando las rencillas actuales frente a tema tan trascendental.
Y la equivocación de delegar facultades sin consenso local, ya ocurrió con las transferencias, al constituirse Ceuta en Ciudad Autónoma y todavía estamos pagando aquel error, por lo que esa deuda histórica generada por dichos perjuicios, habrá que reclamarla algún día. Los políticos locales en el momento en que la integración se plantee, deberán contar con asesores propios muy especializados que conozcan los entresijos comerciales, políticos y fiscales del territorio para que, colaborando con los negociadores de nuestro Gobierno, lleguen a conclusiones que realmente sean beneficiosas para Ceuta.
Pero queda profundizar, por su interés, en ese Seminario sobre el Régimen Aduanero de Ceuta dentro de la Unión Europea, su futuro y análisis de otras experiencias que tuvo lugar en 2001.