Su historia ha sido la historia en mayúsculas. Nunca antes un caso migratorio terminó teniendo esta repercusión. Eso a pesar de no ser el único ‘niño de la maleta’ cuyo caso ha pasado por los juzgados. Bien lo saben los magistrados que se han enfrentado a padres acusados de pasar a otros familiares dentro de maletas, bien adultos o bien pequeños. Tan pequeños como Adou.
Pero en el caso del pequeño de los Ouatara la clave estuvo en la foto. Esa foto que remitió la Guardia Civil que era el reflejo de lo que aparecía en el escáner que sorprendió a los agentes del Cuerpo que estaban de servicio. El poder de esa imagen movió todo: conciencias, primero, y sentimientos después. ¿Qué haría usted si hubiera estado en el lugar de un padre, cabeza de familia, que tiene que traer sí o sí a su hijo? Es difícil ponerse en la piel de quien sufre las separaciones forzadas por la inmigración. Resulta complicado saber si, siendo padres o madres, arriesgaríamos de esa forma la llegada de nuestros hijos.
Lo vemos a diario, con madres hacinadas en pateras que guardan a sus pequeños entre telas o en su propio vientre. Lo vimos en aquellos finales de los 90 cuando otros padres y otras madres arrojaban a sus bebés envueltos en mantas por la valla del perímetro con tal de conseguir que llegaran a España. Aquello lo vivimos muchos, pero sus casos no trascendieron tanto como el de Adou.
La Audiencia se enfrenta hoy a uno de los casos más complicados, con sentimientos y delitos de la manos
La Audiencia se enfrenta hoy a un caso en el que la fuerza del corazón y de los sentimientos de un padre chocan con la materialización de un delito de tráfico de personas que se produjo poniendo en riesgo la vida de un menor. Hay muchos resquicios en el Código Penal para sentar la más justa de las justicias, pero todo llevará el camino que marquen los magistrados de la Sección VI.
Pase lo que pase esta mañana, la historia habrá dejado la vida de Adou como un referente de la inmigración en Ceuta. Quizá el que se llevó todo el protagonismo por una fotografía, aunque no por ello haya sido lo más dramático con lo que muchos nos hemos topado en nuestra profesión.
Han pasado tres años desde aquella imagen, desde que la gran olvidada, la pasadora Fatima, fuera detenida con un niño escondido en su maleta, desde que medios de comunicación de todo el mundo se fijaron en la frontera de Ceuta, en la inmigración que afecta a nuestra ciudad, en las historias en las que delitos y sentimientos se dan la mano de una forma tan estrecha que cuesta mucho saber y poder diferenciarlos.