Ante la petición de agentes de la Policía Local de armas largas para hacer frente a los ‘ataques’ que sufren, el Gobierno ha dicho que no. Podrán gustar más o menos las explicaciones de su portavoz, Jacob Hachuel, pero la decisión parece más que tomada. Los servicios técnicos lo han desaconsejado, aseveró el representante gubernamental, sin entrar en más detalle. Por tanto, no existe por el momento esperanza alguna de que la Policía Local de Ceuta disponga de este tipo de materiales y recursos que, no obstante, en la ciudad hermana de Melilla y en otros muchos municipios españoles, es una realidad. Y es ya una realidad porque iniciaron un proceso burocrático no exento de polémica y obstáculos. Hay base legal suficiente para argumentar y apoyar la petición de estos agentes, pero el inicio de los trámites pasa por la voluntad del Gobierno local, que no parece estar dispuesto a ello. También se están dando situaciones de excepcionalidad que también se dieron en su día en Melilla, y que pusieron de argumento para sostener la petición, que no obstante, se formalizó, tras reivindicación sindical, por la voluntad política de los responsables del Cuerpo, consejero y Gobierno autónomo... Y no se consiguió de la noche a la mañana. Hubo un primer intento en 2005, en el que también quiso participar Ceuta, pero no fue hasta años después cuando Melilla logró su objetivo, eso sí, con cuatro años de trámites y obtención de permisos y autorizaciones de por medio. Pero la disposición de armas largas requiere, más allá de unas circunstancias excepcionales, de una formación especial y específica para su utilización. Al igual que adquirir un arma corta, requiere de formación para saber cómo se usan, pero también para saber cuándo y cómo se deben utilizar.