Llama poderosamente la atención la forma de reacción de la clase política cuando se trata de defender a una fuerza de seguridad. Si les dejas, te muerden. Se lanzan a la yugular con tal de escenificar que son capaces de emular a Belén Esteban en su popular ‘por mi hija ma-to’.
Aquí pasa lo mismo, en la sede del PP deben dar clases nocturnas de entonación para que se escuche, cuando sea menester, eso de ‘por la Guardia Civil ma-to’. No se asusten, que no van a matar. Son maneras virtuales de hacer públicos sus amoríos porque saben que ahí hay votos y porque saben que están tocando a la institución del tricornio.
Pero resulta que a la Guardia Civil no se le defiende a lo ‘Belén Esteban’, ni convocando concentraciones en la plaza de los Reyes, ni diciendo que todo lo hacen bien o simulando que dan la cara por ellos cuando saben que, después, no la darán, porque si ocurre alguna acción que no gusta, aunque se haya sustentado en un ‘acatar órdenes políticas no escritas’, quien se sentará en el banquillo será el guardia de turno y no el político.
Si el PP quiere tanto a la Guardia Civil debería demostrarlo más allá de declaraciones efectuadas en foros políticos para defender su acción en la frontera.
Sencillamente porque a esa misma Guardia Civil a la que se le defiende de boquilla se le está poniendo a los pies de los caballos en una frontera en la que no existe el orden, en la que se siguen ocasionando avalanchas aunque el diputado Juan Bravo diga que ya no existan y en la que se obliga a los agentes a efectuar decomisos de mercancía sin que ellos mismos tengan la completa seguridad de que esto no terminará como el rosario de la Aurora. Precedentes tenemos y ellos lo saben.
Si el PP quiere tanto a la Guardia Civil debería demostrarlo más allá de declaraciones efectuados en foros políticos para defender su actuación en la frontera
Defender a la Guardia Civil es darles toda la cobertura necesaria para dotarles de una seguridad y protección que hoy no tienen y así llegamos a situaciones extremas que se están produciendo a diario en la frontera sin que haya una acción urgente y adecuada por parte del Gobierno.
Esta es la realidad, le guste o no al PP. Porque el día en el que pasé algo, habrá que ver a esa misma clase política partiéndose la camisa para asumir las acciones, dejadas de la mano de Dios, de otros.
La Guardia Civil ya se quiere solita. Un partido en el poder debe demostrar su compromiso haciéndoles recuperar su dignidad en todos los sentidos: equiparación salarial, protección y respaldo real en sus acciones, una Comandancia digna (¿no es más urgente esto que la Gran Vía?) y menos cantinelas y más hechos para que hoy, mañana y pasado se actúe de la misma forma en una frontera en donde parece que manda más el walid que el Gobierno de España. En todo.