Es un asunto que ya debería estar más que superado en esta ciudad. Pero que persista es un ejemplo más del resultado que tienen las dejaciones. En estos días hemos vuelto a hacernos eco de ataques sufridos por mascotas cuyos dueños estaban dando una vuelta por el Hacho. No hemos narrado otras situaciones que no han trascendido porque el ataque se pudo evitar. Tampoco nos hacemos eco de la cantidad de ciudadanos que han dejado de dar la vuelta por esta zona por miedo a sufrir un percance.
Algunos casos fueron provocados por los llamados perros asilvestrados, pero ha habido otros que no. El hecho es que tenemos un problema y debe ser solucionado: primero, para evitar nuevos ataques; segundo: para que las manadas no crezcan, aumente la población e incrementemos el sufrimiento de unos animales que ni están controlados, que solo tienen hambre, que se han convertido en salvajes por la mala acción de los humanos y que están expuestos también a riesgos. El no actuar con la rapidez debida rebaja la posibilidad de conseguir la recuperación de alguno de ellos que pueden terminar sociabilizándose de nuevo, gracias a la actuación de muchos de los voluntarios de la Protectora.
Hay muchos dueños de mascotas que no quieren dar la tradicional vuelta al Hacho por miedo
Lo que no puede hacer la Ciudad es mirar hacia otro lado, actuar puntualmente para, una vez generado el problema, buscar, a lo loco, soluciones. Porque esas soluciones pasan por buscar la eliminación rápida de los perros, algo que tampoco puede consentirse porque, como ya ha dicho anteriormente, la Protectora ha conseguido recuperar a muchos, los ha reconducido y han sido adoptados por familias sin que se repitan picos de agresividad.
Lo más grave de este tipo de situaciones es que el Gobierno se apoye en la queja ciudadana, en el miedo y en la actual situación para ejecutar decisiones drásticas que son igual de negativas como el haber dejado que la problemática se extienda hasta la situación actual.
Seguirá habiendo denuncias, quejas, protestas y situaciones a las que no quisiéramos enfrentarnos, pero las habrá porque no se adoptan medidas desde un principio adecuadas, sensatas y, sobre todo, humanas. Porque con tacto y humanidad se resuelve mejor lo que estamos viviendo.