Esta comunidad religiosa invita a todos los ceutíes al encendido de la Januquía el martes 12 a las 20.30 horas en la plaza de los Reyes
La Comunidad Israelita de Ceuta invita a toda la ciudadanía a celebrar la Janucá –Fiestas de las Luces– el próximo martes día 12 a las 20.30 horas en la plaza de los Reyes y a participar así en el encendido de las velas –que este año será de la mano de representantes del ámbito educativo– así como a la degustación de los tradicionales sufganiyot o buñuelos con chocolate tan tradicionales en estas fechas del calendario hebreo. Aunque están inmersos en los preparativos, el rabino de la Comunidad local, Jacob Levy, tuvo oportunidad de dar conocer en COPE Ceuta y Faro TV los orígenes de esta conmemoración y cómo celebran esta festividad.
Levy hizo un llamamiento a todos los ceutíes para aunar fuerzas y mejorar la comunicación a fin de construir una sociedad más igualitaria, respetuosa y con un fin común: “llevarnos bien”. “Tanto en esta ciudad como de la que yo vengo, la hermana Melilla, presumimos de tener una buena convivencia cada cual con lo que aprendió, con su verdad o su tradición y sin que nadie deba meterse en el terreno del otro, sino todo lo contrario, ser tolerante e intentar que, entre todos, podamos hacer de esta Ceuta una ciudad más amiga en todos los aspectos”, meditó el rabino.
–¿Cuál es el origen histórico de la Janucá?
–La tierra de Israel fue conquistada en múltiples ocasiones por diferentes culturas. El acontecimiento que ocurrió en la Janucá fue el día 25 de Kislev que, aproximadamente, es diciembre en el calendario gregoriano, en el año 168 antes de la Era Común. En aquel momento, en Siria, eran los que dominaban la tierra de Israel. Hubo un rey, Antíoco III, que después nombró al que supuestamente iba a hacer la vida imposible a los judíos que vivían en Israel: Antíoco IV Epífanes. Su cultura era predominantemente griega, muy diferente a la religiosidad de la Torá.
Ellos querían, de alguna forma, someternos a su cultura y, para ello, tomaron ciertas medidas, entre otras, por ejemplo, prohibieron el estudio de la Torá que para nosotros, en el judaísmo, es primordial. Después hicieron lo mismo con el sábado que, para nosotros, es algo más que simplemente un día de descanso porque nos centramos en la espiritualidad. Y una tercera prohibición que quiero resaltar es la cuestión de la circuncisión, Brit Mila. En la cultura grecorromana, era muy importante el culto al cuerpo y a la inteligencia entonces, que nosotros cortásemos el prepucio, eso hacía al hombre más defectuoso para ellos. De hecho, en Israel, cuando van a puntuar si un soldado está en toda su plenitud, le quitan puntos por tener prepucio. Se trata de una cuestión religiosa porque es un pacto que hizo dios con el pueblo de Israel.
El patriarca Abraham tuvo dos hijos, Isaac e Ismael, y a ambos les efectuó la circuncisión. Entonces seguimos con esa costumbre hasta el día de hoy, como ocurre con los musulmanes porque también son descendientes de Ismael. Ellos creían que con estas prohibiciones iban a ganar la batalla ideológica, es decir, que cuando no hubiera diferencia física entre un griego y un judío sería más fácil la asimilación. Desafortunadamente, eso ocurrió. Hubo muchos judíos helenizantes que se ‘convirtieron’ a la cultura griega, abandonaron el judaísmo y la práctica de la Torá. Pero, obviamente, el pueblo judío se resistió Hay un dato en el Talmud muy interesante sobre la guerra dialéctica entre el emperador Turnus Rufus y el Rabino Akiva (…) Le quiso demostrar el Rabino Akiva que dios hizo el mundo para que el hombre lo mejorara: Para cuidar el medio ambiente, producir cosas buenas para la humanidad… Y, entre otras, una de esas partes fue el pacto de la circuncisión.
- "Tener prepucio puntúa menos en el Ejército israelí; se trata de un pacto de dios con el pueblo judío"
–En este contexto es cuando surge la Janucá...
–A raíz de esa guerra ideológica el pueblo de Israel se levantó contra el imperio grecorromano. Se rebeló el sumo sacerdote Yohanan, que tenía cinco hijos, con un grupo muy reducido que hicieron lo imposible, quiero decir, vencieron a un ejército mayor, mejor armado, con más adiestramiento y así recuperamos nuestro Templo de Jerusalén. Eso ocurrió el 25 de Kislev del año 168 antes de la Era Común y se fijó, con posterioridad, que esa fecha fuese el comienzo de la festividad de Janucá.
–¿Por qué dura ocho días?
–Nos cuentan los sabios que, aparte de ese milagro militar, hubo otro. En aquel tiempo se utilizaba aceite de oliva virgen que los sacerdotes guardaban en vasijas dentro del Templo con el sello del sumo sacerdote para que nadie lo tocara ni lo impurificara. Después de reconquistar el Templo y el enemigo se marchara, inauguraron de nuevo el altar que ellos habían profanado. Cuando fueron a encender el candelabro de siete brazos del Templo, solo quedaba una vasija intacta, es decir, pura, pero contenía aceite solo para encender un día. Si hubiesen producido más aceite, hubiesen tardado una semana. Entonces dijeron: ‘Vamos a encenderlo y ya mañana dios dirá’. Pero ocurrió el milagro y ese aceite, en vez de un día, duró ocho días y por eso celebramos la festividad durante ocho días.
–¿Se celebra igual en Israel que en la diáspora?
–No. Para que se divulgue mejor el milagro de la Janucá y todo el mundo sea testigo, en la Tierra de Israel se suele encender la Januquía –el candelabro de ocho brazos– en la puerta exterior de la casa o en las ventanas de forma que los viandantes lo vean, como ocurre aquí con los árboles de Navidad. En Israel esa era la costumbre primigenia, pero cuando los israelíes fueron exiliados a todos los países del mundo, el judío, desafortunadamente, tuvo que esconder en muchas ocasiones sus tradiciones y no quería que la gente supiera que seguía con la religión, como es obvio, por tantas persecuciones a lo largo de la historia. Entonces, lo encendía dentro de la casa para que no viesen que ahí vive un judío por miedo a represalias porque esa sido la tónica que nos ha perseguido a los largo de estos últimos 2.000 años. Afortunadamente, vivimos en un país democrático respetuoso con las costumbres, las tradiciones y las religiones. Por eso digamos que tenemos menos miedo y lo hacemos más abiertamente para que el público lo vea.
- "Para que se divulgue mejor el milagro de la Janucá, se suele poner el candelabro a la vista”
–¿Qué otras ceremonias tienen lugar en estos días?
–No son días, por así decirlo, del mismo grado de religiosidad como la festividad de Pesaj o de la Sucot. Pero también lo tienen y, por eso, se acostumbra a que la familia esté más unida, que coman juntos y las mejoren si es posible: con carne, con vino… Que sea evidente que es festivo. Hay quien tiene costumbre de tomar productos lácteos en referencia a una de las cosas que motivó la reconquista del Templo gracias a la hija de Yohanan, Yehudit, como comenta el Talmud (…).
–Hay sectores de la sociedad que consideran que su comunidad religiosa es hermética.
–Creo que hay ciertas cosas de la comunidad judía, sobre todo hablando de Ceuta, que demuestran que no es del todo así. Nosotros colaboramos y, como en esta fiesta que se va a celebrar en la plaza de los Reyes para que todo mundo participe, no nos escondemos y no somos herméticos. Nuestra comunidad está muy relacionada con todos los organismos, con todas las asociaciones en Ceuta… Por eso no creo que esa sea la idea. Pero es cierto que, como dije anteriormente, hay cierto resquemor, ciertas dudas, sospechas y cierto temor que no se nos va. Y es que somos una comunidad minoritaria y no queremos elevar mucho la voz para prevenir que se pueda, quizá, malentender o ejercer alguna acción contra nosotros. Por eso intentamos pasar un poco desapercibidos, eso sí.